Por pa?i Oliva
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La simbología que rodee a este Gobierno del comienzo del proceso del cambio ha de ser muy cuidada.
Y un símbolo va a ser el estilo del día de la toma de posesión.
El “siempre se hizo así” ya no vale. Ese día en el que todo el mundo mirará al Paraguay tenemos que dar un mensaje claro al mundo entero.
No vamos a celebrar el triunfo de la salida de Egipto, por emplear un término bíblico. Vamos a decir al mundo entero que somos esclavos de una pobreza rodeada de corrupción, de politiquería, de muertes prematuras por falta de salud, de hambre, de ausencia de trabajo, de humillaciones externas e internas. Pero que estamos decididos, aún contando con la enemiga interna de dos partidos, en organizarnos y comenzar a caminar.
El acto de investidura ha de estar lleno de símbolos. No es la fiesta de los políticos anteriores. Con algunas excepciones, mejor es que se escondan el 15 de agosto. Es la Fiesta del Pueblo. De los empobrecidos, de los campesinos, de los sin techo, de los niños y de las madres, de los que no tienen trabajo y lo van a tener si salimos adelante. Nada de poner murallas de madera para ocultar la pobreza de Chacarita, como se hizo hace cinco años.
Es necesario que demos rienda suelta a la imaginación para ver lo que vamos a hacer el 15 de agosto. Hagamos una competencia en cómo expresar lo mejor posible ese día nuestros sueños.