27 ago. 2025

El piercing y la oportunidad de la coherencia

Por Blas Brítez @Dedalus729

Lo vi hace pocos días en Facebook: un grupo denominado “Somos docentes del Paraguay” publicó una foto de la ministra de Educación, Marta Lafuente, en la que se la puede ver con un piercing en la nariz, aparentemente en un acto oficial del Ministerio que encabeza. El epígrafe de la foto decía que una persona con “semejante” accesorio no puede ocupar el cargo que, efectivamente, ocupa Lafuente. Más allá de que el grupo de maestros en cuestión –como se puede ver en un rápido recorrido por sus publicaciones, con más de 15.000 “me gusta” a su fan page– cuestiona muchas realidades de fondo del MEC (y a Lafuente en especial), la prejuiciosa, conservadora y, en última instancia, absurda objeción de quienes están encargados de la educación de miles de niños, niñas y jóvenes paraguayos es un “clásico” represivo en las escuelas y colegios del Paraguay. En instituciones públicas y privadas.

Durante mis años de estudiante en el Colegio Nacional de Luque (década del 90), viví de cerca, y en carne propia, la persecución que los docentes realizaban (y lo siguen haciendo) sistemáticamente contra alumnos y alumnas que demuestren –como lo salvaguarda la Constitución Nacional, el Código de la Niñez y la Adolescencia y los mismos Derechos Humanos– la expresión de su propia personalidad con el uso de piercings, el pelo largo o la falda corta.

En 1999, por no cortarme el pelo, un profesor de Educación Física del CNL, de cuyo nombre no me quiero acordar, me agredió físicamente, como seis años antes lo había hecho con Carlos Bazzano, hoy poeta y militante social. En aquella oportunidad, luego de presiones con organizaciones sociales luqueñas, como el Movimiento de Objeción de Conciencia, logramos que el profesor en cuestión firmara un compromiso de cese de la persecución a los estudiantes por cuestiones de apariencia física, que es como decir por cuestiones de derechos humanos. Una firma más bien simbólica, es cierto, pero que al orgullo docente heredero del stronismo es algo que le habrá dolido profundamente.

Esa respuesta aislada en ese colegio luqueño de los 90, hoy debería ser una política ministerial. Marta Lafuente no goza, por si acaso, de mi estima particular. Fue siempre una pieza sumisa del engranaje colorado tradicional en los últimos dos gobiernos de ese partido, aunque ella no se defina colorada y se niegue a engarzarse el pañuelo, aun rindiendo pleitesía a Horacio Cartes en plena Junta de Gobierno. Pero ya que estamos, tiene una oportunidad de demostrar coherencia y –con marcos normativos en mano– ordene el cese de la persecución en los colegios a alumnos y alumnas que usan piercing y pelo largo, que les “enseñe” a respetar los derechos humanos a los profesores y profesoras del Paraguay.