“El pedófilo es una persona experta en la manipulación y muy hábil para entrometerse en la familia del niño o adolescente, una vez que lo ubica como su nueva víctima”, advierte la licenciada Judith Ramos, profesional sicóloga clínica y docente. “Poco a poco, van construyendo una relación de confianza con el menor y la familia, hasta lograr alcanzar su objetivo”, desarrolla.
Este perfil de pedófilo descripto por la licenciada es del tipo de abusador sexual diferencial; es decir, busca a su víctima de acuerdo a su gusto, a diferencia –justamente– del tipo ocasional, que aprovecha las oportunidades que se le presentan. Un dato revelador, además, es que el abuso ocasional parece ser más común; sin embargo, tiene menor número de víctimas.
El tipo diferencial está más relacionado con la pedofilia, “pues el abusador solo abusa y disfruta de victimizar a menores”, refiere Ramos. Agrega que un rasgo característico de este tipo de abusador es que no se casa, viven solos o bien viven con sus padres. “Si llegan a casarse, por lo general, es para encubrir su estilo de vida y crear una coartada”, explica.
CONSECUENCIAS. A corto plazo son, en general, devastadoras para el funcionamiento psicológico de la víctima, las consecuencias de la victimización. Sobre todo, y lo que mayormente ocurre, cuando el agresor es un miembro de la misma familia y cuando se ha producido una violación.
A largo plazo, son más inciertas –considera la sicóloga ante nuestra consulta–, si bien hay una cierta correlación entre el abuso sexual sufrido en la infancia y la aparición de alteraciones emocionales o de comportamientos sexuales inadaptados en la vida adulta. “No deja de ser significativo que los niños abusados sexualmente se conviertan ellos mismos en abusadores cuando llegan a ser adultos”, cita un hecho comprobado.
¿QUÉ HACER? El consejo de la licenciada Ramos es denunciar. La familia y la Justicia deben priorizar al menor, creyendo lo que el niño o la niña cuenta, enfatiza, para marcar un procedimiento. “El hecho de presentar la denuncia a la policía es una decisión muy difícil que tiene consecuencias generalmente dolorosas para la víctima y su familia”, apunta. “Por eso es común que la víctima no quiera denunciar por temor, vergüenza, etc. Sin embargo, es importante que la familia comprenda que la única manera de parar el abuso sexual es a través de la denuncia”, remarca.
La condena del cura Miranda causó repudio
La cuasi-absolución del sacerdote Félix Miranda Gamarra, que fue condenado por abuso sexual de un menor de 13 años, a dos años de cárcel, pero con suspensión de la pena, generó toda una reacción de reprobación por considerársela muy benevolente. A modo de pena pecuniaria, reparadora del mal ocasionado a la sociedad –como se estila decir en esta circunstancia–, el Tribunal de sentencia –integrado por los jueces Blas Zorrilla, Saturnino Iglesias y Nelio Prieto– le impuso al pa’i Félix la donación de G. 5.000.000 al Hospital Regional de Encarnación, que fue la gota que colmó el vaso, a tal punto que fue rechazada por el director del centro hospitalario por tratarse de “dinero sucio”.Los miembros del Tribunal que dictó esta sentencia –tildada de “ridícula” por el fiscal del caso, Rubén Moreno– fueron denunciados ante el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados por el defensor del Pueblo, Miguel Godoy; el propio Jurado solicitó antecedentes del caso, habida cuenta de la notoria indignación.