Por Sergio Cáceres Mercado – sergio.caceres@gmail.com <br/><br/>Cuando la diputada Emilia Alfaro afirmó que su marido (el exvicepresidente Franco) tenía toda la potestad de poner a Drácula en la lista de senadores del Partido Liberal Radical Auténtico, creo que más de uno se habrá acordado del malogrado Luis María Argaña cuando dijo que el Pato Donald podía ser candidato del Partido Colorado.<br/><br/>Algunos quieren minimizar este tipo de expresiones diciendo que son bromas políticas lanzadas para aliviar la tensión que todo periodo electoral acarrea. En realidad, son propuestas muy serias y, por supuesto, vergonzosas desde todo punto de vista. Son indicadores de cómo piensa una gran mayoría de la clase política paraguaya.<br/><br/>Seguramente el psicoanálisis nos dirá más, pero uno queda en la mera superficie si ve en estos dichos solamente chistes. Este supuesto humor es generalmente un artilugio retórico para enmascarar una profunda convicción. Cuando alguien dice que Drácula o el Pato Donald pueden ser candidatos de sus partidos políticos, muestra su visión distorsionada de la política.<br/><br/>Si para ellos estos personajes pueden ser los candidatos representativos de sus nucleaciones políticas, están diciendo que sus seguidores aceptan lo que venga de ellos, que lo que el partido les ponga enfrente sus ciegos electores votarán con supina obediencia.<br/><br/>Este pensamiento es el fiel reflejo de cómo accionan los políticos criollos, aquellos atavicamente funcionales a intereses sectarios, aquellos que de boca para afuera hablan del bien común como concepción principista de sus ideales, pero que no tienen ningún problema en convocar a Donald o Drácula para lograr sus objetivos. Y eso es lo que históricamente viene ocurriendo, lo que explica lo mal que nos va. <br/><br/>No es casualidad que estas expresiones provengan de activistas de nuestros dos partidos tradicionales. <br/><br/>Es en contra de esta idea, que se hace carne en ellos, que debemos pelear para poder darle algo de calidad a la gestión política.<br/><br/>Ya estamos hartos de los patos Donald que nos enzoquetan los partidos tradicionales, payasos histéricos que solo balbucean en un lenguaje que parece castellano, siempre al final rindiendo pleitesía al Tío Rico de turno. Estamos hartos de los Drácula insaciables, chupasangres que duermen de día y trabajan de noche conspirando contra el país. <br/><br/>Insisto, no es ninguna broma lo del Pato Donald y Drácula. Siempre estuvieron entre nosotros, y están más vivos que nunca, como lo demostraron hace poco.<br/><br/>