22 ago. 2025

El malentendido

Por Moneco López

Moneco López

Moneco López

Cuando el Papa exhortó a los jóvenes a que hagan lío, pedido que Cartes reprisó, nadie pensó que el pedido sería atendido por otrísima gente: los líderes políticos, los decanos y rectores de la UNA, el contralor, la subcontralora, los funcionarios del Parlamento... y vaya uno a recordar cuánta gente más, se tomaron a pecho el consejo. O, al menos, a dificultar el desenvolvimiento de sus instituciones.

La irregularidad más extendida descubierta por informantes oficiosos y las redes sociales era la de meter a como dé lugar a parientes en los puestos mejor pagados.

El decano Froilán batió todas las marcas, pero se negó redondamente a renunciar a su cargo, hasta que las cosas ya llegaron al borde de un linchamiento.

Y ahora pasemos a tentar alguna solución a este problema. La dificultad principal con que tropezamos a la hora de querer regularizar el funcionamiento de cualquier institución, es la impunidad. Es esta la madre de la corrupción. ¿Por qué un ladrón de salarios, o de remedios del IPS y Salud Pública, o de elementos didácticos del MEC, comprados a precios altísimos, o un intendente kue que ordenó la construcción de escuelas que terminaron derrumbándose, sin víctimas fatales solo porque el país ya pagó su cupo de desgracias?

Al ver cómo terminan los badulaques, sus sucesores no dudarán en repetir sus travesuras, ya que el castigo, si es que hay alguno, será livianísimo. Da pena, pero Cecilio Báez ya calificó con estas palabras a nuestra nación, en su época: “Paraguay, país de cretinos, gobernado por cretinos, donde nadie gana ni pierde reputación”, y tenía más razón de lo que nos conviene.

Luego del fragor de la batalla en la que el rector Peralta y varios decanos cayeron, peleando hasta donde se pudo, todavía quedaba una decana, la de Filosofía, quien se resistió como una leona a dejar el cargo. Finalmente, la decana renunció. Pero la razón verdadera era que se había descubierto que no tenía los títulos necesarios para desempeñarse en ese cargo.

Hay enfermos y jubilados fantasmas en el IPS. Y sospecho que hasta entre los excombatientes del Chaco debe haber unos cuantos, si nos ponemos a hacer unos cálculos de aritmética elemental.

No sé cuántos excombatientes siguen cobrando, pero sí sé que los verdaderos no pueden tener menos de cien años. Y si se les paga la pensión de viuda a esa manga de bandiditas que se casaron con los auténticos, para heredar su pensión, habría que investigar.

Es casi seguro que hay un contubernio entre ellas y algunos funcionarios en puestos decisivos en el campo de la herencia de pensiones y afines.