María entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel (Lc 1, 40). Algunas tradiciones locales afirman que el encuentro entre las dos primas tuvo lugar, no en la ciudad misma, sino en una casa de campo donde Isabel -como dice el texto sagrado- se ocultó durante cinco meses (cfr. Lc 1, 24), para alejarse de las miradas indiscretas de parientes y vecinos, y para alzar su alma en agradecimiento a Dios, que la había concedido tamaño beneficio.
Tres fueron los beneficios que María llevó consigo (cfr. Lc 1, 42-45). En primer lugar, llenó de gloria aquella casa: ¿De dónde a mí tanto bien, que venga la madre de mi Señor a visitarme? Si la visita de un personaje de la tierra honra sobremanera a quien lo hospeda, ¿qué habría que decir del honor recibido al acoger al Hijo unigénito del Padre, hecho hombre en el seno de Nuestra Señora?
Inmediatamente, el Bautista aún no nacido se estremeció y exultó de gozo: Quedó santificado por la presencia de Jesucristo. E Isabel, iluminada por el Espíritu de Dios, prorrumpió en una aclamación profética: en cuanto llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno; y bienaventurada Tú, que has creído, porque se cumplirán las cosas que se te han dicho de parte del Señor…
En el Magnificat , cántico tejido por la Virgen -bajo inspiración del Espíritu Santo- con expresiones tomadas del Antiguo Testamento, se retrata el alma de María. Es un canto a la misericordia de Dios, grande y omnipotente, y simultáneamente una manifestación de la humildad de Nuestra Señora. Sin que yo hiciese nada -viene a decir-, el Señor ha querido que se cumpliera en mí lo que había anunciado a nuestros padres, en favor de Abraham y de su linaje, para siempre. Mi alma engrandece al Señor , no porque mi alma sea grande, sino porque el Señor la ha hecho grande.
María humilde: Esclava de Dios y sierva de los hombres. Permanece tres meses en la casa de Isabel, hasta que nace Juan. Y, con su presencia, llenará de gracias también a Zacarías, para que cante al Señor un himno de alabanza y de arrepentimiento, con toda la fuerza del habla recobrada: bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo (Lc 1, 68).
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/article/vida-de-maria-vi-la-visitacion-a-santa-isabel/ -J. A. Loarte).