30 sept. 2025

El Lamborghini encandiló a Marito y su entorno

Gustavo A. Olmedo B.

El mexicano llegó al país con el título de presidente del Consejo de Administración y CEO en Automóviles Lamborghini Latinoamérica. Se entrevistó con el presidente de la República y ministros del sector, endulzando así los oídos de las autoridades paraguayas. El Gobierno, como es lógico, queriendo sacar rédito del caso, publicitó con fuerza el encuentro y el supuesto interés del empresario de invertir en el país. Pero, vaya sorpresa.

Solo bastaron algunas horas para que la historia tomara un giro inesperado. La prensa y la opinión pública conocían la verdad: No existe relación entre la empresa Automovílistica Lamborghini Spa y el empresario de nombre Jorge Fernández. Es más, habrá demandas en su contra con el fin de salvaguardar la marca, informó a Última Hora su jefe de comunicaciones, Gerald Kahlke.

¿Cómo se puede llegar a semejante bochorno? Y tanta fue la confusión o falta de comunicación que algunos informaban que el objetivo era construir vehículos eléctricos, mientras que otros fabricar autopartes.

Lo cierto es que pasó y, en honor a la objetividad, hay que decir que podría pasarle a cualquiera. Claro, es mucho más difícil –aunque no absolutamente imposible– que esto ocurra en países donde la seriedad y el rigor son las características del trabajo y los procedimientos que se ejecutan a diario en todos los niveles y, en particular, en el ámbito gubernamental, donde se administra la cosa pública, el dinero de los contribuyentes; el ámbito donde se toman decisiones de gran relevancia para millones de personas.

Y hablamos de seriedad, en el sentido del manejo prolijo y profesional que debería existir en todos los niveles ministeriales e institucionales del Estado, en donde se tendrían que cumplir incluso ciertos protocolos de seguridad, más allá de aquellos que marcan el propio sentido común. ¿Cómo no verificar el perfil de uno que afirma ser inversionista de una marca así?

Claro, una vez más, en honor a la verdad hay que reconocer que después de los 90 minutos del partido, es más fácil pontificar de cómo debería haberse jugado. No obstante, hay que reconocer los errores.

Lo cierto, en este caso, es que la informalidad del Paraguay se cobró nuevas víctimas, entre ellas, nada menos que el propio titular del Palacio de López, que inocentemente cayó en el juego de sus colaboradores. El emblema de Lamborghini deslumbró a Marito y su entorno. La llegada del fabricante de los vehículos que aceleran de 0 a 100 Km/h en 3,8 segundos, sonaba demasiado bien en plena desaceleración económica.

El mexicano, más allá de sus argumentaciones, simplemente se aprovechó de la informalidad reinante en todos los niveles en nuestro país; en la frontera, los controles aeroportuarios, las rutas, las gestiones administrativas, con los inspectores de diferentes instituciones, en las calles, con las ocupaciones irregulares de los espacios públicos, etc.

La informalidad campea en Paraguay y va muy de la mano con la corrupción. Aquí, un joven abogado, supuestamente desconocido, simplemente nombrando al vicepresidente de la República puede cambiar un acta bilateral de vital importancia, que afecta a una de las hidroeléctricas más grandes del mundo. Aquí, basta ser amigo del presidente o ex compañero de escuela de fútbol, para convertirse en ministro, director o asesor, sin ningún tipo de concurso. Informalidad y corrupción.

Además, en la mentalidad actual, donde la apariencia y los grandes nombres llevan las de ganar, más allá del contenido, el que viene con un Lamborghini se gana respeto de inmediato y, a nivel local, si tiene un acento extranjero hasta parecería que llega con un plus.

Se trata de una cultura instalada que debemos superar en pos de la proyección y el desarrollo como nación. Más allá de los memes, muy creativos, por cierto, este suceso invita a tomar las cosas con profesionalismo, inteligencia y rigurosidad. Es cuestión de respetarnos y hacernos respetar, de ser un país en serio.