08 feb. 2025

El gran ejército del Partido Colorado

Manifestación martes 6

Adherentes del Partido Colorado coparon las principales arterias del microcentro en una marcha a favor del presidente Mario Abdo Benítez.

Foto: Raúl Cañete.

En un acto en Misiones, el ex presidente Horacio Cartes dio una cátedra al más puro estilo colorado. En un discurso instó a los dirigentes a que sigan haciendo tráfico de influencias.

Habló de otras cuestiones también, como que afiliarse al Partido Colorado significa “esperanza para acceder a un trabajo”; y de trabajar con “el gran ejército del Partido Colorado” para ganar en las municipales.

Pero hagamos como Jack el Destripador y vayamos por partes.

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Cartes hizo la apología de un delito y nadie –ni dentro ni fuera de la ANR–, como alguna institución del Estado paraguayo –como la Fiscalía–, dijo algo al respecto. Normal, no esperábamos menos.

El tráfico de influencias es una práctica ilegal, pese a que en el Paraguay esté normalizado. Y sabemos bien que podemos escribirlo cien veces en la pizarra, pero va a seguir siendo un delito, por lo menos hasta que alguna vez recuperemos este país de las manos del “gran ejército del Partido Colorado”.

La tarea no va a resultar fácil, obviamente. Con las décadas que llevan enquistados en el poder lograron extender la podredumbre, y normalizar la impunidad hacia todos los sectores.

El Partido Colorado fue reforzando su poder, extendiendo sus vínculos y por eso tiene aliados poderosos a los que no vemos en sus concentraciones, haciendo hurras; no obstante, poseen intereses comunes: que nada cambie en el país, para que ellos puedan seguir haciendo lo que hacen y obtener sus beneficios. Esa gente, que probablemente no se junta con la chusma seccionalera, también forma parte del “gran ejército del Partido Colorado”. Son cómplices y encubridores.

Sin embargo, como en todo ejército, hay quienes dan las órdenes que otros acatan, y por supuesto están los que tienen que estar en el frente de batalla mientras la alta dirigencia se toma un güiski. Normal.

Este es un ejército leal, muy bien alimentado y que sabe perfectamente detectar cuándo cambia la dirección del viento.

Sobre la alimentación de estos, justamente Última Hora publicó ayer un artículo por demás interesante y su título bastante esclarecedor: Casi todos los seccionaleros de la capital viven de sueldos del Estado.

Resulta que 38 de los 45 presidentes de seccionales coloradas que hay en Asunción, tienen un cargo en instituciones públicas y binacionales. Vale decir que todo el pueblo paraguayo con sus impuestos, que los paga aunque no tenga un trabajo, sostiene a la colorada estructura de la ANR.

Esta estructura, bien aceitada con esos salarios del Estado, es esencial. Su principal trabajo consiste en organizar a las bases de sus comunidades para juntar la mayor cantidad de votos en el día de las elecciones (juntar los votos para el Partido Colorado, se entiende).

Una parte esencial de su trabajo es hacer ganar a presidentes, intendentes, diputados, senadores y concejales. Los colorados electos saben que dependen de los seccionaleros para llegar al poder, y por eso justamente es que a los seccionaleros siempre les va tan bien en la vida. Ellos conocen de cerca las necesidades del electorado cautivo y prebendario, saben dónde se aprietan las teclas para conseguir los votos, sobre todo, teniendo en cuenta el Estado, gigante e inútil, solo genera pobreza y desigualdad. Por eso, la gente acude a los seccionaleros para conseguir medicamentos, trabajo o cajones para enterrar a sus muertos.

Según el artículo de ÚH, los seccionaleros son consejeros de entes públicos, directores en la municipalidad, son contratados y funcionarios; y sus salarios pueden ir de 12 millones de guaraníes a unos 32 millones de guaraníes.

Este es el gran ejército del Partido Colorado, señora, uno que sostenemos con nuestro sudor y sacrificio, y que se alimenta de la miseria del pueblo paraguayo. Por eso, volvamos a escribir cien veces en la pizarra “ANR nunca más”.