Con 5.742 metros cuadrados, la nueva obra del artista brasileño avanza sobre la pared de una fábrica de chocolates en la región metropolitana de Sao Paulo, donde el reconocido muralista imprime su huella desde hace más de una década.
Su nuevo “lienzo”, de 30 metros de altura y 200 de ancho, mira de frente a una transitada carretera que atraviesa el municipio paulista de Itapevi y en él, Eduardo Kobra (1976, Sao Paulo) ha plasmado una escena concreta del proceso de recogida del cacao en la Amazonía brasileña.
Envuelto en un abanico de colores fuertes, este artista llegado de la periferia y hoy reconocido mundialmente retrata en su nuevo proyecto a un joven indígena navegando con una canoa cargada de cacao sobre un río de chocolate.
“Un fotógrafo hizo la documentación en el Amazonas y a través de ese trabajo iconográfico yo llegué a desarrollar 30 dibujos para llegar al resultado final”, cuenta Kobra en una entrevista a Efe.
Kobra comenzó su obra hace un mes y concluirá en los próximos quince días, un periodo en el cual habrá utilizada un total de 3.200 botes de pintura de espray y muchos litros de esmalte de tinta sintética.
El artista ha enfrentado el desafío de superar su propio récord, recogido en el libro Guiness, al que entró en 2016 con el mural “Etnias. Todos somos uno”, un regalo para la ciudad de Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos del pasado año.
Con 3.000 metros cuadrados, el mural “Etnias. Todos somos uno” ganó la atención del mundo durante los Olímpicos para impulsar el mensaje de paz y de unión que viene promoviendo con diferentes obras en varios países.
Con esa misiva dará próximamente el salto a Malawi (África), donde fue invitado por la cantante Madonna para realizar dos murales internos en un hospital, inspirados en la figura del surafricano Nelson Mandela.
De ahí, se desplazará a Murcia (España) y pasará también por otros países de Europa como Italia, Alemania y Portugal.
Su rastro está por todo el mundo, pero especialmente en Sao Paulo, donde ha inmortalizado en enormes murales a personajes como el fallecido piloto Ayrton Senna o el conocido arquitecto Oscar Niemeyer, cuyo rostro colorido es visible desde la popular Avenida Paulista.
En las últimas décadas el artista ha lanzado pinceladas de color a la ciudad más poblada de Brasil, una gran masa de cemento que entre sus habitantes se ha ganado el apodo de “ciudad gris”, especialmente tras la llegada del alcalde de Joao Doria, un empresario que le ha declarado la guerra al grafiti.
Kobra, uno de los máximos exponentes del arte de calle de Brasil, criticó la falta de diálogo de la Alcaldía con todas las “personas envueltas en el universo urbano”, desde los ‘pixadores -grafiteros típicos de Sao Paulo- a los arquitectos.
“Sao Paulo es reconocida por la diversidad de estilos y de talentos, lo que la ha transformado en una verdadera galería a cielo abierto reconocida mundialmente”, recalcó Kobra, cuya talento emergió en la periferia de Sao Paulo a finales de la década de los ochenta.