Hace seis años se gestaba el intento de reelección presidencial a través de un proyecto de enmienda, promovido por el cartismo y sus aliados: liberales llanistas y luguistas.
25 senadores estaban decididos a llevar adelante el plan, a toda costa; desacatando al propio presidente del Congreso, en ese entonces el liberal Roberto Acevedo, actualmente ya fallecido, como una de las víctimas de Covid.
En una sesión paralela, con el colorado Julio César Velázquez al frente en su carácter de vicepresidente del Senado, en la bancada del Frente Guasu, se dio vía libre al proyecto catalogado como “enmienda de luto y sangre”.
Los artífices de la reelección, tras consumar la aprobación, se dirigieron en caravana hasta la Cámara de Diputados, en busca de la sanción.
Ninguno de ellos previó que el panorama cambie en forma abrupta, cuando llamativamente los policías liberaron la zona del Congreso.
Horas antes, un grupo de manifestantes ya estaban apostados en las inmediaciones del Congreso. Efraín Alegre y el diputado Édgar Acosta se encontraron con la muralla de cascos azules, y este último recibió una balazo de escopeta que le desfiguró el rostro.
Ya entrada la noche, una horda enardecida atropelló el edificio del Congreso, en señal de protesta contra la actuación de los senadores, ocasionando destrozos y desembocando en un incendio.
Prácticamente, los disturbios continuaron hasta la madrugada, y los cascos azules rodearon la sede del PLRA, para luego atropellar y disparar a sangre fría a un joven dirigente, Rodrigo Quintana, quien murió en el acto.
Nadie se hizo cargo de la tragedia, y la responsabilidad recayó en el casco azul que disparó a Quintana.
Se trata de Gustavo Florentín, quien ya recuperó su libertad, mientras que la familia del joven liberal aún no consiguió justicia contra “los que dieron la orden”.
El liberal Carlos Amarilla fue uno de los que acusaron abiertamente a su correligionario Blas Llano de estar involucrado en ese hecho luctuoso, lo que le valió una demanda por difamación y calumnia ante la Justicia.
Nueva auditoría. En la sesión del Senado, del jueves pasado, solamente la progresista Desirée Masi y el liberal Enrique Buzarquis hicieron mención de este tema. La mayoría se llamó a silencio.
Durante su intervención, Masi habló de instar al nuevo fiscal general del Estado, Emiliano Rolón, para que haga una auditoría del crimen de Rodrigo Quintana.
“¿Cómo puede ser que en seis años no se haya avanzado? A la fiscala (del caso) se le ocurrió que el cruce de llamadas es un morbo”, fue la queja de la senadora.
“Lo más importante es quién dio la orden. Nadie nos va a convencer jamás (...) ni macabros ni manipuladores de la verdad, como lo hicieron con (Luis María) Argaña y los jóvenes de la plaza, que quisieron reescribir la historia”, cuestionó Desirée.
“Cinco pelotones se les ocurrió de la nada hacer algo que no ocurrió siquiera en dictadura: atropellar un partido de oposición”, increpó.
“La policía no hizo eso ni cuando estaba el dictador (por Alfredo Stroessner). La policía stronista no cruzaba la puerta (...), sin embargo, la policía cartista sí pateó, sí rompió, sí entró”, reclamó.
“Como un homenaje, vamos a insistir con el fiscal Emiliano Rolón para que la causa sea auditada y puedan conseguir justicia”, fue el compromiso de Masi.
“La impunidad se perpetúa con el olvido social, cuando el tiempo pasa, hechos como el 31 de marzo, cuando Rodrigo Quintana perdiera de manera trágica la vida. Su familia sigue clamando justicia”, refirió Buzarquis, en el Senado.
“Es doblemente trágico por la forma en que se dio, por la impunidad. Su familia no ha recibido justicia”, indicó.
“Ipo’ihápende oso la piola (Donde es más fina se suelta la cuerda). Gustavo Florentín, el policía que supuestamente apretó el gatillo, que hoy ya está en libertad”, remarcó.
“Pero a nadie le van a meter en la cabeza que esa noche trágica los policías obraron como una especie de lobos solitarios sin cabeza”, dijo.
El liberal responsabilizó abiertamente al ex presidente Horacio Cartes, y a las autoridades de seguridad durante su gobierno.
La sede del Parlamento fue atacada. Casi no pudimos salir por culpa de un intento de violación constitucional.
Atacaron a un partido y mataron a Rodrigo Quintana. Ni en dictadura ocurrió esto, y lo hizo la policía cartista.
Desirée Masi, senadora progresista.
Haciendo memoria, el atraco al local del PLRA, cosa que nunca ocurrió ni en las noches más oscuras de la dictadura.
Horacio Cartes, su ministro del Interior, su comandante son responsables del asesinato de Rodrigo Quintana.
Enrique Buzarquis, PLRA.