Es que todos tienen la impresión que detrás de su prisión se viene algo más grande. El razonamiento es simple: en el contexto del gran narcotráfico y lavado de dinero que funciona en Paraguay, lo de Tarragó es delincuencia menor. Ella sería un peso pluma entre tantos pesados de verdad. Sin embargo el FBI la investigó puntillosamente desde marzo de 2018, envió agentes encubiertos al Paraguay, negoció con ella entregas de más de medio millón de dólares y la convocaba a reuniones en diferentes ciudades norteamericanas.
Tanta inversión en la Tarragó estaría dirigida, en realidad, a conocer la red del lavado de dinero en Paraguay. Y, como se sabe, hay nombres en dicha investigación que no se dieron a conocer.
¿Cuántos políticos domésticos están intentando disimular el sudor frío que recorre su columna? Definitivamente, no es una buena temporada para Miami o Río de Janeiro. Este año el turismo interno se ofrece como una opción mucho más sana.
Es encantador que esto suceda, pero es humillante que los brazos de la justicia tengan que venir del extranjero. Si de la Fiscalía General dependiera, Cynthia Tarragó hubiera podido seguir recaudando plata sucia para su campaña proselitista sin ser molestada. Y si Messer se hubiera quedado en el Paraguay, hasta hoy ningún organismo paraguayo lo hubiera encontrado. Da asco que esto sea así, pero no exagero en la afirmación.
La caída de Tarragó la deja sola en el infierno.
Su gravitación política es escasa. Por eso hay correligionarios suyos que la quieren expulsar del partido, la tratan de delincuente o niegan conocerla. Estos hipócritas conviven amigablemente con enormes corruptosaurios que habitan el parque republicano. En el caso suyo no hay nadie que se rasgue sus nacionalistas vestiduras por el “imperialismo judicial yankie”. Y eso que los agentes del FBI actuaron en el territorio nacional como si estuvieran en Florida.
En cambio, en el “Operativo Patrón” –vaya nombrecito, ¿eh?– la reacción es distinta. Hablan de una auténtica invasión territorial de la justicia brasileña. Como en el caso Messer se solicitó la detención de Horacio Cartes, la defensa de la corporación mediática del ex presidente es estridente. Aunque probablemente insuficiente para cambiar la línea de los jueces del Brasil. Digamos, en todo caso, que Cartes está mucho mejor arropado que Tarragó para enfrentar estas tempestades inesperadas.
El Ministerio Público va a enviar a sus fiscales al Brasil y a los Estados Unidos para averiguar “que es lo que tienen” sobre ambos casos. Reconocen que aquí no se enteraron de nada. No se les cae la cara de vergüenza, solo porque lo suyo no es un caso de indolencia. Obedecen órdenes de no molestar a los poderosos. Suena bananero, pero siempre ocurre. Si no lo hacemos nosotros, nos corrigen de afuera.