Hoy meditamos el Evangelio según San Juan 16, 5-11.
El papa Francisco a propósito del Evangelio de hoy dijo: “[...] Bajo la acción del Espíritu Santo, todo es una gran riqueza, porque el Espíritu Santo es el Espíritu de unidad, que no significa uniformidad, sino reconducir todo a la armonía.
En la Iglesia, la armonía la hace el Espíritu Santo. Un Padre de la Iglesia tiene una expresión que me gusta mucho: El Espíritu Santo ‘ipse harmonia est’. Solo Él puede suscitar la diversidad, la pluralidad, la multiplicidad y, al mismo tiempo, realizar la unidad. [...].
…Los teólogos antiguos decían: El alma es una especie de barca de vela; el Espíritu Santo es el viento que sopla la vela para hacerla avanzar; la fuerza y el ímpetu del viento son los dones del Espíritu. Sin su fuerza, sin su gracia, no iríamos adelante.
El Espíritu Santo es el alma de la misión. Lo que sucedió en Jerusalén hace casi dos mil años no es un hecho lejano, es algo que llega hasta nosotros, que cada uno de nosotros podemos experimentar.
El Espíritu Santo es el don por excelencia de Cristo resucitado a sus Apóstoles, pero Él quiere que llegue a todos. Jesús, como hemos escuchado en el Evangelio, dice: ‘Yo le pediré al Padre que les envíe otro Paráclito, que esté siempre con ustedes’, (Jn 14,16).
Es el Espíritu Paráclito, el Consolador, que da el valor para recorrer los caminos del mundo llevando el Evangelio.
El Espíritu Santo nos muestra el horizonte y nos impulsa a las periferias existenciales para anunciar la vida de Jesucristo.
Preguntémonos si tenemos la tendencia a cerrarnos en nosotros mismos, en nuestro grupo, o si dejamos que el Espíritu Santo nos conduzca a la misión”.
(Frases extractadas de https://www.pildorasdefe.net/liturgia/evangelio-juan-16-5-11-espiritu-santo-consolador-guia).