19 abr. 2024

El día en que el Estado nos trate como gente

Andrés Colmán Gutiérrez – @andrescolman

La escena que encontramos en cualquier hospital público o centro de salud de referencia en el Paraguay –salvo honrosas excepciones– es exactamente la misma: Pacientes hacinados en los pasillos y enfermos graves ubicados en sillas por falta de camas, parientes solidarios que montan campamentos en cualquier rincón para acompañar a su doliente ser querido, con colchones en el suelo y hasta verdaderas cocinas improvisadas. Guardias de seguridad que nunca conocen nada de lo que les preguntás y cuya primera opción casi siempre es reprimir antes que ayudar. Enfermeras que a cada rato te pasan largas listas de medicamentos y elementos hospitalarios que debés comprar, a pesar de que insisten en la gratuidad de la salud pública.

Estamos tan acostumbrados a convivir con esta apocalíptica y tercermundista realidad, que acabamos por considerarla como algo normal. “Péichante voi”, “así nomás luego es”. Por eso, cuando de pronto nos encontramos ante una realidad alternativa, abrimos los ojos como lechuzas y descubrimos sorprendidos que hay otro mundo posible.

En estos días, enfrentados a un drama familiar, el de nuestra querida tía segunda mamá Luisa, quien enfermó gravemente mientras se encontraba en la ciudad de Apóstoles, Argentina, y tuvo que ser internada de urgencia en el Hospital Escuela de Agudos Doctor Ramón Madariaga, en Posadas, Misiones, no pudimos evitar comparar lo que es este centro sanitario de una remota ciudad de provincia del vecino país, con la realidad que tan bien (o tan mal) conocemos y padecemos.

Lo primero que te sorprende al llegar es el amplio, ordenado y seguro espacio que te ofrecen para estacionar vehículos. Luego encontrás carteles avisando que tenés disponible wifi libre y gratuito en todo el área, para poder permanecer en contacto con tus familiares. El acceso a internet es considerado como un servicio público esencial.

Los guardias de seguridad son estrictos con las reglas, pero te atienden con amabilidad. Te señalan los espacios en donde aguardar con comodidad el horario de visita, en sitios con mesas y asientos. Te indican el uso de los sanitarios, que se encuentran impresionantemente limpios y cuidados, en donde no faltan papel higiénico ni jabón. Cuando llega la hora de acceder como visitante, te permiten pasar de a dos personas, siempre bajo un estricto control, pero con la generalizada amabilidad. No te dejan ingresar nada que no sea estrictamente necesario. Existen rampas inclusivas en todas partes. No hay ni un átomo de suciedad. También tenés a mano una cafetería amplia y moderna, con muy buenos precios. Y lo más importante: tu pariente enfermo es atendido y cuidado de la mejor manera, con muy buenos profesionales. El hospital le cubre todo y no le hace faltar nada. Todo eso, apenas cruzando un puente y una frontera.

Manifesté mi sorpresa a algunos parientes de origen paraguayo que llevan viviendo muchos años en la Argentina. Les pregunté si acaso ese hospital prodigioso se debe a Menem, a los Kirchner o a Macri. Me dijeron que eso no importa mucho, que el hospital existe desde hace tiempo, y aunque las políticas de salud pública con orientación socialista de los Kirchner ayudaron mucho a mejorarlo, pero luego de que Cristina se fue y vino Macri con una ideología diferente, todo eso se mantiene. Es una política institucional estabilizada, sin importar qué partido o qué signo político esté en el gobierno central, provincial o municipal. (“¡Igualito que en el Paraguay!”, exclamó uno de mis primos y la risa fue inevitable).

Sabemos que la Argentina tiene actualmente muchos problemas económicos y que existen también graves y profundos conflictos sociales, pero eso no nos impide envidiarles la experiencia de conquistar ciudadanía, de luchar por una sociedad que pueda sostener una cultura solidaria y ofrecer servicios básicos indispensables para su gente. Seguramente estamos en el mismo camino... ¡pero todavía nos falta tanto!

Más contenido de esta sección
Las ventas al público en los comercios pyme de Argentina cayeron un 25,5% interanual en febrero pasado, golpeadas por la pérdida de poder adquisitivo de los consumidores a causa de la elevadísima inflación, y acumulan un declive del 27% en el primer bimestre del año, según un informe sectorial difundido este domingo.
El mandatario decidió crear el fondo nacional de alimentación escolar esperando un apoyo total, pues quién se animaría a rechazar un plato de comida para el 100% de los niños escolarizados en el país durante todo el año.
Un gran alivio produjo en los usuarios la noticia de la rescisión del contrato con la empresa Parxin y que inmediatamente se iniciaría el proceso de término de la concesión del estacionamiento tarifado en la ciudad de Asunción. La suspensión no debe ser un elemento de distracción, que nos lleve a olvidar la vergonzosa improvisación con la que se administra la capital; así como tampoco el hecho de que la administración municipal carece de un plan para resolver el tránsito y para dar alternativas de movilidad para la ciudadanía.
Sin educación no habrá un Paraguay con desarrollo, bienestar e igualdad. Por esto, cuando se reclama y exige transparencia absoluta en la gestión de los recursos para la educación, como es el caso de los fondos que provienen de la compensación por la cesión de energía de Itaipú, se trata de una legítima preocupación. Después de más de una década los resultados de la administración del Fonacide son negativos, así como también resalta en esta línea la falta de confianza de la ciudadanía respecto a la gestión de los millonarios recursos.
En el Paraguay, pareciera que los tribunales de sentencia tienen prohibido absolver a los acusados, por lo menos en algunos casos mediáticos. Y, si acaso algunos jueces tienen la osadía de hacerlo, la misma Corte Suprema los manda al frezzer, sacándolos de los juicios más sonados.
Con la impunidad de siempre, de toda la vida, el senador colorado en situación de retiro, Kalé Galaverna dijo el otro día: “Si los políticos no conseguimos cargos para familiares o amigos, somos considerados inútiles. En mi vida política, he conseguido unos cinco mil a seis mil cargos en el Estado...”. El político había justificado así la cuestión del nepotismo, el tema del momento.