15 may. 2025

El destacamento militar en Tacuatí es una ciudad aparte

Contrariamente a las necesidades que pasan los policías en San Pedro, los militares de las fuerzas especiales tienen todas las comodidades: internet, ambulancias con doctores y mucha comida.

Por Patricia Vargas Quiroz

Tacuatí, San Pedro

Enviada especial

Como si fuera un bar. “Café o con cocido con leche; tortilla, pan. ¿Qué quieren comer. O van a esperar el almuerzo: fideo con salsa roja con carne?”, ofrece amablemente uno de los cocineros del destacamento militar de Tacuatí en San Pedro, cuando el equipo de ÚH llega hasta el sitio a primeras horas de la mañana.

Nada queda de aquel quemado lugar que fue asaltado por delincuentes que se identificaron como miembros del supuesto Ejército Paraguayo del Pueblo (EPP).

Hoy, el sitio es como ciudad aparte. Los 550 destacados al operativo tienen todas las comodidades. El terreno no era utilizado en su totalidad por el modesto destacamento. Ahora está lleno de cómodas carpas militares, desde donde los suboficiales hasta el comandante tienen su propia camilla o camas de dos pisos con ventiladores.

No hay indicios que el operativo llegue a su fin, ya que el viernes se encontraban construyendo mesas con tablones para hacer aún más cómodo su improvisado comedor.

La jornada empieza muy temprano. Se levantan a las 3.45, al menos los que no están de guardia o los que no llegan de alguna tarea en el bosque. De esta última operación participan 19 grupos de 8 a 10 militares que son llevados en medio del bosque durante 48 horas cada uno, acompañados de un pequeño bolsón de mano y su inseparable compañero: Un fusil tipo-FAL, una potente ametralladora liviana.

PROCEDIMIENTO. Los miembros de las fuerzas especiales se internan en medio de la nada, en los llamados puntos de bloqueo (PB). Vuelven a su base central en un helicóptero. Si el piloto de la nave no les ubica, los infiltrados en el monte lanzan una bomba de humo para ser identificados rápidamente.

En sus incursiones en el bosque recogen los comentarios de campesinos que van a buscar plantas medicinales, leña o simplemente actúan de informantes de las FFAA.

Una vez corroboradas las informaciones, pasan el dato a la Policía. Los propios militares afirman que nunca antes estuvieron tan bien relacionados con los policías como ahora. Mientras algunos grupos buscan información en el monte, el resto de los militares que aguardan su turno acondicionan sus respectivas armas, limpian el destacamento, lavan cubiertos, cocinan, leen o escuchan música. “No podemos negarles un poco de distracción a los muchachos”, explica el comandante, coronel Hugo Acosta, encargado del destacamento. Eso sí, no existe un solo rincón descuidado. Unos 100 metros a la redonda existen puestos con férrea vigilancia.

Los trabajos de inteligencia no solo se realizan en el bosque. La lejana y olvidada Tacuatí no fue impedimento para que los militares cuenten con computadoras con conexión a internet. Están al tanto de todo.

FLOTA. Si algunos de los miembros de la milicia tiene problemas de salud, no tiene por qué preocuparse. Médicos y ambulancias están 24 horas a su disposición, al igual que un centenar de camionetas, decenas de modernos camiones y tres helicópteros. En pocas palabras: El campamento es una pequeña ciudad amurallada con todos los servicios.

Mientras, algunos miembros de la Policía van presos por pedir comida a los vecinos de la zona.

PASAN LOS DÍAS ENTRE GUISOS, MÚSICA E INTERNET