Por José Bergues, Past President de ADEC
La ya prolongada cuarentena provoca una serie de situaciones que impactan a la macroeconomía, pero también a la micro, en la que afectan a las empresas, a los trabajadores y a sus familias.
En la medida en que vayamos flexibilizando la cuarentena, se reavivarán las actividades económicas, aunque todavía no haya un horizonte claro. Algunos advierten que el relajamiento de las restricciones podría llevar a una nueva multiplicación de casos, en especial debido a que en invierno aumentan las enfermedades respiratorias. La incertidumbre es palpable sobre el futuro próximo.
El espíritu emprendedor, sin embargo, conlleva una resiliencia (flexibilidad) que permita superar los obstáculos originados en la cuarentena, siempre que no se impongan nuevas restricciones. Se habla por parte del Gobierno de un plan de reactivación económica. Los expertos estatales asumen que son los recursos públicos principalmente, los que permitirán recuperar la economía. Pero en el caso actual es necesario que la reactivación sea consensuada con el sector privado, desde las grandes hasta las minis, pequeñas y medianas empresas.
El criterio empresarial, por su conocimiento de los mercados, es harto más eficiente que el de los burócratas, por su mayor sensibilidad a los incentivos y desafíos que ofrece el mercado. Para un empresario, una mala decisión de inversión puede provocar la quiebra de su empresa, razón por la cual se esmera en la decisión correcta. En contraste, un funcionario del Estado no perderá su trabajo si recomienda o ejecuta una medida equivocada.
Todo esto implica reconocer que la recuperación no será fruto exclusivo de la acción estatal, sino que el restablecimiento de una economía confiable debe contar con el protagonismo pujante de los empresarios de todos los niveles. El acento en la reactivación no debe limitarse al mercado interno, sino también a la exportación de bienes y servicios a la región y al mundo. Aunque los grandes vecinos del Mercosur no están en su mejor momento, se debe implementar los acuerdos del bloque regional con la Unión Europea y otros bloques similares.
Debemos congratularnos de que Paraguay sea uno de los países con menor número de contagios y de fallecidos en la región y el mundo. Se atribuye esto a medidas apropiadas impuestas por las autoridades sanitarias desde muy temprano, y al esfuerzo sacrificado de la ciudadanía para adoptar los hábitos preventivos recomendados. Pero no se debe descartar el hecho de que nuestro país tiene una baja densidad poblacional, excepto en áreas metropolitanas como las de Asunción, Ciudad del Este y Encarnación, donde hay mayor número de casos positivos. En contraste, el escasamente poblado Chaco registra bajo número de contagios.
Aunque no hay un panorama claro del camino que tendremos por delante, tenemos mejores condiciones que los países vecinos para normalizar y encaminar la economía. La caída de los indicadores económicos en lo que va del año es preocupante, pero remediable con patriotismo y profesionalidad en el mediano plazo.