07 ago. 2025

El calentamiento global existe, lo difícil es cómo resolverlo

Por Robert Samuelson
WASHINGTON. Nosotros, los periodistas, a menudo nos alistamos en cruzadas morales. El calentamiento global está entre las últimas. Lamentablemente, la indignación con aires de superioridad moral puede desautorizar al buen periodismo. Un reciente artículo de tapa sobre el calentamiento global, en Newsweek, nos recuerda este hecho. Es una lección objetiva sobre la forma en que considerar al mundo como poblado por “los buenos y los malos”, puede llevar a una excesiva simplificación. El calentamiento global sin duda existe; la cuestión más difícil es cómo resolverlo.
Si se perdieron el artículo de Newsweek, esto es lo que esencialmente decía. Una “campaña, bien coordinada y financiada, llevada a cabo por científicos, centros de investigaciones de libre mercado e industriales escépticos ha creado una niebla paralizante de dudas en torno al cambio climático”. Esta “maquinaria de negación de la realidad” ha obstruido la acción contra el calentamiento global y está aun “funcionando a toda marcha”. La ofensiva del artículo: Desprestigiar la “maquinaria de negación de la realidad” para que el país pueda comenzar la seria cuestión de luchar contar el calentamiento global. El artículo era muy ameno; sólo lo estropeaba el hecho de ser fundamentalmente engañoso.
El gran factor que no puede mencionarse en el debate del calentamiento global es que carecemos de la tecnología necesaria para lograr lo que queremos hacer. Que Arnold Schwarzenegger quiera reducir las emisiones un 80 por ciento por debajo de los niveles de la década de 1990 para 2050 no significa que eso vaya a suceder. Como máximo, podríamos reducir el incremento de las emisiones.
Consideremos un estudio de 2006 de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA). Con las normas actuales, dicha entidad proyectó que las emisiones de anhídrido carbónico (un importante gas de invernadero), llegarían a más del doble en 2050; los países en desarrollo darían cuenta de casi el 70 por ciento del aumento. La AIEA simuló entonces un programa global agresivo para reducir las emisiones, basado en la mejor tecnología disponible: más energía solar, eólica y de biomasa; automóviles, electrodomésticos y edificios más eficientes; más energía nuclear. Bajo esta fantasía reconocida, las emisiones globales en 2050 excederían levemente el nivel de 2003.
Incluso esa fantasía sería una exageración. En Estados Unidos, requeriría reglamentaciones masivas, impuestos a la energía más elevados, o ambas cosas. Las democracias no adoptan con facilidad medidas dolorosas en el presente para evitar posibles problemas del futuro. Los ejemplos abundan. Desde el embargo de petróleo de 1973, se nos ha advertido sobre la dependencia de un petróleo extranjero poco seguro. Pero hemos hecho muy poco por solucionarla. En 1973, las importaciones representaban el 35 por ciento del uso del petróleo en los Estados Unidos; en 2006, representaban un 60 por ciento. Durante décadas hemos sabido acerca de los enormes costos de la jubilación de la generación de posguerra. Pero poco se ha hecho.
De una u otra manera, es probable que nuestros ataques contra el calentamiento global sean simbólicos, ineficaces o ambas cosas. Pero si tenemos éxito en reducir las emisiones en forma considerable, las mejoras se verían probablemente contrarrestadas por el aumento de las emisiones en China y en otras partes. El McKinsey Global Institute pronostica que de 2003 a 2020, los vehículos en China aumentarán de 26 millones a 120 millones, las viviendas residenciales promedio se elevarán en un 50 por ciento y la demanda energética crecerá un 4,4 por ciento anualmente. Incluso con las “mejores prácticas” de eficiencia energética, la demanda crecerá un 2,8 por ciento al año, estima McKinsey.
Contra las presiones del mundo real, la “maquinaria de la negación de la realidad” de Newsweek es una noticia periférica y sumamente forzada. Newsweek implicó, por ejemplo, que Exxon Mobil utilizó un centro de investigaciones para criticar el fundamento científico del calentamiento global. En realidad, esta acusación fue desacreditada hace tiempo y Newsweek no debería haberle otorgado respetabilidad. (Exxon Mobil dice que no sabía nada acerca de la subvención para el calentamiento global, para el estudio de modelos climáticos. Y su contribución de 2006 para el centro de investigaciones, el American Enterprise Institute, fue pequeña: 240.000 dólares de un presupuesto de 28 millones de dólares).
La presunta influencia de una cábala no parece importante. Los medios dominantes en general no han sentido simpatía por ese punto de vista; han tratado el calentamiento global como algo inquietante. El primer artículo de tapa de Newsweek de 1988 advertía “El Efecto de Gases de Invernadero. Peligro: Nos Esperan Más Veranos Ardientes”. Una cubierta de la revista Time de 2006 fue más alarmista: “PREOCÚPENSE, PREOCÚPENSE MUCHO”. La opinión pública tampoco parece muy convencida. Aunque pueden encontrarse encuestas para ilustrar casi cualquier cosa, las preguntas en las encuestas que han sido formuladas durante más tiempo demuestran una notable constancia. En 1989, Gallup halló que el 63 por ciento de los norteamericanos se preocupaban “mucho” o “bastante” por el calentamiento global; en 2007, el 65 por ciento lo hacía.
Qué hacer acerca del calentamiento global es un dilema. Sin duda, se necesita más investigación y desarrollo. Los adelantos en el almacenamiento subterráneo de anhídrido carbónico, la tecnología de pilas (para automóviles que se enchufen), la energía de biomasa y nuclear podrían alterar la economía energética. Para reducir las importaciones de petróleo, yo apoyo un impuesto a la gasolina más alzado –de 1 a 2 dólares por galón, introducido gradualmente– y normas más estrictas para que los automóviles economicen combustible. Estas medidas también atenuarían las emisiones de los gases de invernadero. Las perforaciones para encontrar más gas natural (un combustible de emisiones bajas) dentro del país tendrían sentido. Una de las pruebas para las propuestas de invernadero es la siguiente: ¿Vale la pena hacerlas por otros motivos?
Pero la realidad parece casi antiamericana: Simplemente no tenemos una solución para este problema. Mientras lo debatimos, los periodistas deben resistir a la tentación de pintar el calentamiento global como un cuento moral –como lo hizo Newsweek– en el que cualquiera que cuestione su gravedad o proponga soluciones puede ser ridiculizado como un tonto, un maniático, o un títere de la industria. El disenso es, o debería ser, la esencia de una sociedad libre.

(c) 2007, Washington Post Writers Group