27 sept. 2023

El amor exige todo

Hoy meditamos el Evangelio según San Marcos 12, 28-34.

“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. El segundo es este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Amar a Dios y a los demás supone encontrarse con Dios y con los demás, hacerles hueco, para que Dios y los demás sean el fundamento de la propia vida.

“Ninguno se atrevía ya a hacerle preguntas”.

Así termina el Evangelio de hoy, después del encuentro que Jesús tiene con el escriba que le pregunta cuál es el principal mandamiento, el imprescindible, el que da sentido a la propia vida.

Jesucristo no responde con una teoría, con un razonamiento o una información. Para Él, este mandamiento es vida, se concreta en un modo de vivir.

Para entenderlo es preciso dar un salto, pasar a otra dimensión: Del razonamiento al encuentro.

Amar a Dios y a los demás supone encontrarse con Dios y con los demás, hacerles hueco para que Dios y los demás sean el fundamento de la propia vida.

Y por eso se quedan callados porque quizá no se atreven a dar el paso.

Una cosa es encontrar a un hombre que habla del amor de Dios, y otra es encontrar a un hombre que es el amor de Dios encarnado; y que nos quiere llevar a ese nivel, a esa lógica del amor, de la entrega sin condiciones.

El amor exige todo: Todo el corazón, toda el alma, toda la mente, todas las fuerzas.

Jesucristo se presenta así, como el amor de Dios encarnado, que se parte y se da por completo que ama sin reservas. Él es la carne de este mandamiento.

En la Eucaristía, precisamente, le comemos a Él para poder tener esa totalidad en nuestro corazón, para poder amar así, en Él, sin límites ni mediocridades.

(Frases extractadas de https://opusdei.org/es-py/gospel/2023-03-17/)