La desesperación aumenta fuera de la morgue de Guayaquil. Decenas de personas reclaman a gritos información sobre sus familiares tras el motín en una cárcel de este puerto ecuatoriano que dejó al menos 118 muertos, seis de ellos decapitados.
La angustia crece con las versiones que circulan entre ellos: que los cuerpos están desmembrados, quemados e irreconocibles, y que las autoridades todavía no retiran todos los cadáveres de la prisión.
Un padre de 71 años cuenta que reconoció la cabeza de su hijo decapitado en un video que le enviaron a su teléfono celular. “Vine porque vi un video, que me enviaron por celular, donde reconocí su cabeza”, contó Ermes Duarte. Destrozado, relata que a su hijo preso “solo le faltaban 15 días para salir libre” de la penitenciaría, donde el martes se produjo una de las peores masacres carcelarias de Latinoamérica. Aún aguarda la noticia oficial del fallecimiento de su hijo. “A mí nadie me ha llamado, vine tras ver el video”, enfatizó.
Otra mujer que busca a un hermano también cree haber visto su cabeza en un video. “Vimos una imagen de una cabeza parecida a la de él. Otra persona dice que es su pariente, pero se parece a mi hermano”.
TRES HERMANOS MUERTOS. Los familiares se agolpan angustiados frente al depósito de cadáveres de la sección policial de Criminalística de la ciudad costera de Guayaquil (suroeste). Entre ellos está Daniel Villacís, de 57 años, que perdió a tres hijos en el amotinamiento.
“Se llamaban Jhony Byron, Dany Daivid y Darwin Mauricio Villacís Araújo. Dos ya me los tengo velando en la casa y no me lo quieren dar al tercero”, declaró.
Desconsolado, levanta una pancarta que reza: “Con la ayuda de Dios algún día nos volveremos a ver”. AFP