Texto y fotos: David “Awa” Duarte Chilavert.
Quien diga que en su barrio no hay una canchita, aunque sea improvisada, posiblemente no esté interesado en el fútbol. Lo anterior, es casi un imposible. Las mismas son casi parte del paisaje de cada barrio del país y, más que simples albergues de futbolistas aficionados, es un espacio para que los muchachos desplieguen sus destrezas entre “yuyo” y “yuyo” y fomenten la amistad.
Los cotejos futboleros de los barrios van más allá de juntarse y chutar una pelota, es una costumbre de los amantes de este popular deporte y es una actividad que une a la gente más allá de los niveles sociales. Los fines de semana, es más que común ver gente reunida en rondas de tereré a la espera de la hora para ir a la canchita.
Si bien estos juegos son sinónimo de amistad, el fútbol también es una pasión. A la hora de disputar una pelota dividida, son las patadas y los cruces de piernas los protagonistas de un partido que podrían ser más reñidos que la misma Copa Libertadores. En una misma cancha están todos, los pibes de barrio que sobresalen por su habilidad y los que son de madera, pero que aportan sus ganas de jugar, garra y corazón. También no falta el viejo que se la sabe toda y no deja de criticar o el que en cada partido se toma a los golpes, por calentón.
Las canchas son territorios neutrales de aficionados, donde la camiseta de los grandes clubes, al momento de formar los equipos, se esfuma y afirman la amistad.
TODO TIENE UN FINAL Y UN COMIENZO. Con la caída de la tarde, se van terminando los encuentros futbolísticos. Quizás sea la falta de luz la que impida el comienzo de un último partido, pero también es el que da inicio al más importante: el denominado “tercer tiempo”.
Allí, los muchachos demuestran todas sus habilidades con la botella de cerveza. Ese encuentro suele pasar de los noventa minutos y, en muchos casos, puede ser causante de roturas amorosas o grandes problemas maritales.
FIGURAS DE LAS CANCHITAS. Grandes astros de fútbol surgieron de las canchitas y muchos se quedaron en ellas, quizás por la poca dedicación o tal vez la falta de apoyo, pero en realidad las figuras que salieron de ellas hicieron historia, una de las estrellas fue Diego Armando Maradona, que desde el “potrero” deslumbro a mucho y se convirtió en uno de los más grandes jugadores del mundo.
Muchos de los grandes jugadores han salido de estos “agujeros” y sin olvidarnos que las canchitas de nuestro país son el gran semillero, Juan Daniel Cáceres, jugador de Rubio Ñu, agradece a ese espacio que lo vio nacer. El jugador dijo no poder olvidarse de las tardes compartidas con sus amigos del barrio, las cuales se pasaban detrás de la pelota, “Son recuerdos imborrables, el compartir con los amigos los partidos que duraban todo un tarde”.
Al defensor ñuense le agradaría volver a esa época de pibe de barrio, para poder compartir con sus amigos. A Dani no se le borra de la mente los “desafíos de barrio contra barrio”, que tan popular es en Paraguay. Desde joven recorrió varios equipos de Barrio Obrero, pero siempre le sobraban “pilas” después de las prácticas profesionales para jugar un partidito con los amigos.
El central aseguró que dentro de las canchitas uno va adquiriendo su estilo de juego. “Es una pasión que siempre está presente por más que uno se haya convertido en jugador de primera”, finalizó diciendo Juan Daniel.
Mientras otro defensor, pero este del club Libertad, Pedro Sarabia rememoró sus épocas de central en la canchita de su barrio y dijo que ahí uno se hace de “mañas”, al tiempo de indicar que es donde se forman los futuros jugadores. No olvidó el tiempo en que se juntaba con sus amigos del barrio para jugar un partidito, “Es un lugar en la que se forman amistades” expresó el repollero. Además, Pedro acotó que mientras practicaba seguía rondando la canchita de su barrio.
UN CHICO MÁS DE LA CANCHITA. Barrio Kokue Guasú, de la cuidad de Fernando de la Mora, tiene una canchita muy particular. En ese recinto peloteril, aflora el sentimiento apasionado dentro de la cancha, pero la figura que llama más la atención es uno de los arqueros. Miguel Ángel, para sus amigos El Profe, quien se pasó gritando durante todo el partido, desde su arco.
El Profe nos comentó que ir a la cancha del barrio es algo obligatorio, “De lunes a viernes trabajo. Lo único que espero es que llegue el sábado, para estar con mis amigos y poder desestresarme. Para mí, jugar en la chanchita de mi barrio se convirtió en una religión. Si no lo hago, estoy con la sensación de que algo me falta”, afirmó.
Él asegura haber encontrado verdadera amistad en la canchita de su barrio. “Todos, o en su gran mayoría, tuvieron un lugar para jugar cuando eran chicos. Me crié en Guarambaré y, literalmente, me pasaba más tiempo en la canchita que en mi propia casa. Todavía, cuando cierro los ojos y recuerdo, se me pone la piel de gallina”, dijo el arquero con mucha añoranza.
Al terminar de conversar con El Profe, afirmó que está convencido de que cada persona tiene un sentimiento muy especial por “la chanchita de su barrio”. Este es uno de los muchos casos en nuestro país de figuras en una canchita.