Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo (6,19-23):
El papa Francisco, en su homilía desde Santa Marta, nos recuerda la importancia de no acumular tesoros en la tierra. Este es un consejo de prudencia, porque los tesoros sobre la tierra no son seguros; se estropean, vienen los ladrones y se los llevan. Y, ¿en qué tesoros piensa Jesús? Principalmente en tres y siempre vuelve sobre el mismo argumento.
El primer tesoro: el oro, el dinero, las riquezas... Pero no estás seguro con esto porque, quizá, te lo robarán; no, ¡estoy seguro con las inversiones!; ¡quizá cae la Bolsa y tú te quedas sin nada. Las riquezas, tesoro peligroso, peligroso... Pero las riquezas son buenas, sirven para hacer muchas cosas buenas, para llevar adelante la familia; ¡esto es verdad! Pero si tú las acumulas como un tesoro, ¡te roban el alma! Jesús en el evangelio vuelve a este tema, sobre las riquezas, sobre el peligro de las riquezas, sobre poner la esperanza en las riquezas.
El segundo tesoro: la vanidad. El tesoro de tener prestigio, de hacerse ver. Y esto siempre es condenado por Jesús. De esto modo, ha invitado a pensar lo que Jesús dice a los doctores de la ley, cuando ayunan, cuando dan limosna, cuando rezan para hacerse ver.
Finalmente, el tercer tesoro es el orgullo, el poder. Se narra la caída de la reina Atalía, su gran poder duró siete años, después fue asesinada. ¡El poder termina! Cuántos grandes, orgullosos, hombres y mujeres de poder han terminado en el anonimato, en la miseria o en prisión. Es de ahí de donde viene la exhortación de no acumular dinero, vanidad, orgullo, poder. Estos tesoros no sirven.
(Frases extractadas de http://es.catholic.net/op/articulos/19937/cat/331/donde-esta-tu-tesoro-ahi-esta-tu-corazon.html#modal)