El vínculo que creó con sus alumnos se mantiene hasta hoy. Un grupo de ex estudiantes celebró una fiesta en honor a sus 90 años el pasado 6 de setiembre.
Sentada en la sala de su casa en el barrio Pettirossi, donde reside sola, relata que su condición de opositora la llevó a enfrentarse con prácticas autoritarias que contaminaban el sistema educativo. Su carrera comenzó y terminó en el Colegio Nacional Naciones Unidas y en la Escuela de Comercio Nº 1.
ANÉCDOTAS. La profe Cárdenas, como la conocen sus alumnas, incluso se negaba a participar de los desfiles en homenaje al dictador, actividad obligatoria para todos los educadores. “Pasaban una nota en la que tenías que inscribirte para ir al desfile, a la marcha, yo siempre marcaba que no en el papel y mis compañeros me miraban con una cara”, cuenta.
Explica que como tenía una enfermedad de los huesos –afección que persiste–, zafaba de meterse en mayores problemas por sus negativas. Eso sí, al final de su carrera, ya jubilada, se encontró con que le robaron 5 horas cátedras semanales. En una ocasión le quisieron obligar a presentar certificado falso de afiliación al Partido Colorado. “Dije que no, porque soy radical”.
Se afilió al Partido Liberal a los 15 años. Estudió Derecho para dedicarse a la política, un tema que le apasiona. Sin embargo, terminó en las aulas de secundaria de colegios públicos y nunca se dedicó a la política. Fue profesora de Estudios Sociales, ejerció la docencia por más de 25 años. “Cosas de la vida”, expresa.
VIGILANCIA. Otra costumbre del régimen era controlar las aulas, sobre todo de educadoras como Cárdenas. “Varias veces incluso entraban en mi clase a controlar”. Como esas paradojas de la vida, accedió a la jubilación a principios de 1989, en coincidencia con la caída del tirano. Los familiares la visitan cada tanto, ella se niega a mudarse. “Acá vivo bajo mis reglas, hasta que pueda lo haré así”, sentencia.
Varias veces incluso entraban a controlar mis clases; siempre era algún funcionario o el secretario de la institución educativa.