Los partidos de fútbol suelen tener noventa minutos y en más de la mitad de ellos no pasa nada. Cada día se juega menos tiempo real, de hecho, ante la invasión tecnológica. Sin embargo, el partido más pesado y ajetreado puede ser el mejor de todos. Porque allí anida lo inesperado. Es entonces cuando estos futbolistas extraordinarios aparecen. Incluso en la derrota.
En este sentido, tal vez nadie apareció de manera tan insospechada y visual en un partido de Copa del Mundo como apareció Diego Armando Maradona, el 26 de junio de 1986, en México. Si uno mira en YouTube el juego, entenderá cabalmente eso de detener el tiempo, de encapsularlo en un fragmento de partido y revolucionarlo desde adentro. Para influir en los hechos finales.
Maradona lo hizo en dos instantes aquel mediodía. Entre los minutos 51 y 55, el niño de Fiorito reapareció en el Azteca en todo su esplendor intemporal. Alguien dijo que el fútbol es el territorio mágico de la infancia y allí estaba el niño que soñaba con jugar un mundial, anotando un gol con la pilla “mano de Dios”, una cosa de potrero. Para cuatro minutos después dar un final de una ópera, dejando en el camino en tanto inglés.
Los diez segundos que hay, Maradona haciendo una pirueta en el círculo central y Maradona en el área chica dando el último toque para el 2-0, son una experiencia única e irrepetible, diferente a todo lo que había sucedido antes y todo lo que sucedería después en el partido. Una experiencia poética, se puede decir.
Poemas y poetas. El paraguayo Mario Casartelli y el uruguayo Mario Benedetti, aficionados al fútbol y poetas, escribieron sonetos dedicados a Maradona en los que el tiempo es tema fundamental. De tantos que tiene, hincha de no se sabe qué club es Casartelli; de Nacional de Montevideo era Benedetti. El ojo de la cámara no es el mismo que el ojo humano y ver un partido de fútbol por televisión no es lo mismo que verlo en la cancha. El poema de Casartelli es por eso un mensaje a un hincha del futuro: “Déjame aunque me envidies que te cuente/ que yo –sí– vi jugar a Maradona”. “Hoy tu tiempo es real, nadie lo inventa”, dice el poema de Benedetti. Quien lo inventa es Maradona. “No importa lo que digan los espejos/ Tus ojos todavía no están viejos”, escribió el uruguayo, quien murió en 2008. En Asunción, Casartelli le asegura a ÚH que cuando Maradona dejó el fútbol, varios años antes de retirarse en verdad, lo lamentó “hasta casi el llanto”. Esto después de haber “gozado de su inconmensurable figura futbolística”. Pudo haber tenido “deslices como ser humano”, pero Casartelli cita al mismo Benedetti para hablar del Maradona fuera de la cancha: “Tras haber elogiado el libro Hijo de hombre, de Roa Bastos, Benedetti escribió: “¿Errores?, los hay, pero se me caen y no quiero agacharme a recogerlos”.
El hombre que encapsuló el tiempo en el mejor gol de la historia de los mundiales, fue encapsulado también por la poesía en los catorce versos de los poemas de ambos Marios.
El 30 de octubre Maradona cumplió sesenta años.
Soneto de un hincha de fútbol para un amigo del futuro
Tu tiempo irremediable es el futuro
y el mío este pasado en que hoy existo.
Lo lamento por ti porque yo he visto
lo que tú no verás eso es seguro.
No alcanzará a alumbrar tu día oscuro
la chispa de este campo al que hoy asisto.
Y la culpa la tiene el imprevisto
destino que ante ti yergue su muro.
Yo, en cambio, pude ver desde mi orilla
–imaginada apenas por tu mente–
un arte que a millares conmociona.
Oh goles del 10-zurda-maravilla.
Déjame aunque me envidies que te cuente
que yo –sí– vi jugar a Maradona.
MARIO CASARTELLI
2005
1
Copa del Mundo ganó Maradona en 1986, donde marcó cinco goles. Tiene ocho en total.
2
Scudettos ganó con el Nápoli italiano, en 1986-1987 y 1989-1990. En 1988 fue campeón de la Copa UEFA.