Querían sacarse el problema de encima, que otros se ocupen o que se arreglen por sí mismos, pero es clara la orden del maestro:
–Denles ustedes de comer.
Aunque conocía este relato del evangelio, nunca lo había mirado desde esta óptica. Me llegaba la inmensidad del milagro, pero no el mensaje directo de Jesús encargándonos del hambre de la gente.
En nuestro país hay 1 millón de personas que no satisfacen sus necesidades básicas de alimento y una enorme brecha entre ricos y pobres. Basta levantar la mirada para “ver” la ciudad llena de mendigos, niños en brazos, indígenas y jóvenes reclamando unas monedas. Esta situación es mucho más crítica en el sector rural. (*)
El mandato de Jesús llega con firmeza a los apóstoles y también hoy, a los ciudadanos que hemos recibido talentos, oportunidades y bienes que nos permitieron enfrentar la vida y el futuro. Solamente el hecho de haber nacido en una familia alfabetizada, que nos alimentó en la primera infancia, donde no nos faltaron estímulos para desarrollar nuestras neuronas, nos hace privilegiados y merecedores de esta misión.
Pero, a veces, como los discípulos, queremos echar el fardo a alguien, y decir frases egoístas como “que se arreglen” , “que se ocupen otros” o peor aún, juicios crueles y lacerantes como “son pobres porque quieren” , como si alguien deseara vivir en situación humillante o al borde del peligro.
Es EL desafío para empresarios, empresarias y profesionales derrotar estas carencias multiplicando fuentes de trabajo con responsabilidad social, para lograr impacto a gran escala. ¡Claro! Trabajo legal y seguro, pero también ese plus enaltecedor de cuidar, estimular, respetar, crear oportunidades de progreso para sus colaboradores. Que sientan la alegría y el orgullo de pertenecer a una empresa que crece beneficiando a ellos y al país.
Algunos están en camino, pero muchos están lejos hasta de lo fundamental. Estas semanas, desde Tributación acusaron a “empresas formales”, (entre las 100 primeras y mayores contribuyentes), por “megaevasión” (compras de facturas falsas para abultar gastos) y contrabando. Otros evaden con la excusa de que lo aportado no se usa en la debida forma. Pero ese es otro tema. Los impuestos no son nuestros, son del Estado, sea quien sea el que lo represente. No podemos atentar contra los bienes públicos de salud, educación y alimentación en desmedro justamente de los más empobrecidos.
“Denles ustedes de comer”. Se trata de multiplicar el pan como lo hizo Jesús, generoso y abundante, para que todos tengan vida.
(*) Encuesta permanente de hogares 2013