Mi nombre es Claudia Cáceres González y tengo 44 años. Nací en la hermosa ciudad de Encarnación, conocida por su riqueza cultural como crisol de razas, donde resido actualmente. Mis padres son Emigdio Cáceres y Pablina González.
Mi infancia disfruté mucho hasta los 10 años, creciendo en el regazo de mi padre que es un hombre muy afectivo y mi madre que demuestra su afecto en servicios. Soy la segunda de siete hermanos, todos profesionales. Desde los 10 años tuve que aprender a ser resiliente, con cinco largos años marcados por dificultades de salud de mis padres, tiempo que nos tocó vivir de los ahorros de mis padres. Sin embargo, en la familia había una opción: La de estudiar, formarse para ser útil para sí mismo y la sociedad. Fue así que ninguno quedamos en el camino, la consigna era seguir y caminar hacia adelante, con actitud ante la vida, ser persona con don de gente, con principios claros e innegociables.
A través de los relatos de mi madre, que conocía a los Mbya Guaraní de Caazapá, desde pequeña me interesó conocer a estos pueblos, que más tarde descubriría que ese mundo se llama Antropología. Y como no había donde estudiar en Paraguay, me aproximé al estudio de la Ética con orientación a la Antropología. Luego me gradué en Sicología Clínica en la Universidad Nacional de Itapúa. Y posterior de ello cursé la Antropología aplicada a Salud y Desarrollo Comunitario en la Universidad de Salamanca, donde también cursé el doctorado en Sicología. Además, estoy formada como experta en Trastornos Depresivos y de Ansiedad.
Actualmente, me desempeño como profesora a tiempo completo de la Universidad Nacional de Itapúa y llevo la dirección de Investigación de la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción, (campus de Itapúa). Soy catedrática de la carrera de Sicología en las dos universidades mencionadas y lo que más amo hacer es consultorio para el acompañamiento terapéutico, que lo hago en la Clínica Tajy de Encarnación.
De niña escuchaba a mi padre decir que, como persona, somos don y tarea, que debemos desarrollarnos. Fue así que me pregunté cómo podría el ser humano alcanzar su máximo potencial de desarrollo. En el colegio me di cuenta de que para ello debía estudiar Sicología, entonces ya son dos carreras que se complementan: La Sicología y la Antropología. Inicié Sicología como mi segunda carrera, a los 28 años, con la firme decisión de aportar al desarrollo del máximo potencial de las personas. Y he aquí que la Clínica me dio las herramientas necesarias.
Como movilidad de grado, estuve cinco meses en la Universidade de Oporto, Portugal. Esa experiencia me abrió horizontes que no había imaginado antes, me enseñó los pasos para postular a Becas de la Unión Europea, con qué institución tiene convenios, la Universidad Nacional de Itapúa. Son miles de postulaciones de todo el mundo, recuerdo que para la maestría al cual postulé me tocó el número 2.994, y de entre ellas quedé seleccionada. Así también realicé varias estancias de investigación y el Posdoctorado con adjudicación de becas.
Admiro la plasticidad del ser humano en su capacidad de decisión de construirse y reconstruirse en su cotidiano vivir para alcanzar su máximo potencial, y para ello es fundamental la voluntad, la disciplina y un proyecto de vida claro. ¡Qué bueno es contar con una familia nutricia! y si no, tienes la absoluta responsabilidad de cambiar tu historia, de convertir todo aquello como cimiento sobre el cual reconstruirte.
Considero que luego de tener satisfechas las necesidades básicas, la mejor inversión es el camino del autoconocimiento, el trabajo personal para tener claridad en la vida de lo que uno quiere y busca, porque sin salud mental no hay salud.
En Paraguay todavía debemos trabajar por desestigmatizar las consultas sicológicas y el acompañamiento terapéutico, que normalicemos acudir a terapia.
El programa que realicé de Promoción e Intervención Primaria de Salud Mental Comunitaria en Paraguay consiste en fomentar la promoción, la prevención y la intervención de la salud mental en el país desde un enfoque sicosocial y de derechos. Es decir, busca dar respuestas efectivas sobre los impactos de los determinantes sociales, y que ya no sea solo una mitigación. Por eso, el programa plantea acciones conjuntas a nivel interinstitucional para responder a la demanda de atención integral de la salud mental de la población objetivo a nivel comunitario.
Considero que las políticas nacionales de salud mental no deben ocuparse únicamente de los trastornos mentales, sino reconocer y abordar cuestiones más amplias que fomentan la salud mental, como la incorporación de la promoción de la salud mental a las políticas y programas de los sectores gubernamentales y no gubernamentales.
Además, en el programa dejo claro que para que haya salud mental es imprescindible una sociedad con equidad, acceso a educación, trabajo, vivienda y salud, justicia y transporte, que deriven a un bienestar social.
Considero un logro y un aporte clave el Programa de Promoción de Salud Mental para Paraguay, como resultado de mi investigación posdoctoral que cursé en la Universidad de Valladolid, España, en 2021. Además de los logros en el extranjero, el haberme ganado el Premio Extraordinario del Máster, como el mejor expediente del curso, y la calificación Cum Laude de la tesis doctoral de Sicología en la Universidad de Salamanca, España. Como también mi formación como experta en Trastornos Depresivos y de Ansiedad también en una Universidad Europea.
A los jóvenes les digo que Sicología es una carrera apasionante, solo requiere de mucha empatía, calidez humana, paciencia y amor por la persona, formarse suma a tu vida. Invertir en la formación es y será siempre el camino más acertado para el desarrollo del país y salir del país para formarse te da infinitas posibilidades. Mi experiencia como becaria en el exterior fue muy enriquecedora que me permite hoy ser parte de equipos de investigación con investigadores de alto impacto de varias universidades donde estudié y realicé estancias de investigación tanto en Europa como América Latina.
