Si alguna vez visita la granja de don Felipe del Puerto, en Minga Guazú (Alto Paraná), será mejor que no se ubique bajo una de sus plantas de guayaba.
Es que las frutas que producen estas especies pueden llegar a pesar más de un 1 kilo y medio, por lo que sería bastante doloroso que se le caiga alguna sobre la cabeza.
Lo normal es que las frutas de guayaba pesen hasta 300 gramos, pero las que el señor Del Puerto produce en su granja Arasa Guasu oscilan entre 800 gramos y 1 kilo y medio. La más grande llegó a pesar 1,650 kg.
El productor explica que estas guayabas gigantes se logran con un sistema especial de poda. “La planta no es híbrida, no es trasplantada, no está injertada, ni tocada genéticamente. Es natural. El tamaño se logra manipulando la planta después de que crezca, con un sistema de poda”. Del Puerto resalta que probablemente él sea el único en Sudamérica que lo aplica.
A su criterio, el cultivo de este tipo de guayaba es una alternativa agrícola muy buena. “La fruta rinde entre 50 y 60 kilos por planta, desde el segundo año. En una hectárea entran 2.000 plantas, que tienen un rendimiento de entre 80 a 90 mil kilos por hectárea, en cualquier tipo de tierra”, explica. La planta da frutas a los 6 meses y fructifica todo el año.
En su granja, Del Puerto produce unas 250 toneladas de frutas seleccionadas, por año, en 4 hectáreas. Hay dos variedades: roja (más ácida) y blanca (más digerible).
A estas frutas, Del Puerto le da valor agregado fabricando varios subproductos: dulces, mermeladas, compotas, jugos con azúcar o con ka’a he’ê.
La novedad es el disecado de guayaba, que lo envasa al vacío. “En 50 gramos de fruta disecada se tiene 1/2 kg de guayaba con todas las propiedades de la fruta natural”, resalta.
A pulmón. Del Puerto se queja de la falta de apoyo por parte del Estado, ya que hasta ahora no tiene acceso a créditos para poder comprar las máquinas que necesita para la industrialización de los productos: desecadora y envasadora al vacío.
“Conseguí que la Unión Industrial de Taiwán me preste las máquinas, pero a cambio se quedan con el 50% de la producción. Lo que hago, lo hago a pulmón”, destaca.