Los mismos tendrían implicancia en el secuestro y posterior homicidio del sudafricano Daniel Christiaan Bruewer Coetzee (75), quien fue hallado sin vida el pasado 17 de febrero. El hallazgo se produjo en un campo de producción de caña dulce que se encontraba en un radio de 10 km. del lugar donde se llevaron a la fuerza al hombre. El cadáver estaba ya en estado de putrefacción y, en principio, se calcula que la muerte ocurrió entre 4 y 5 días atrás, según el médico forense David Martínez, quien explicó que no se notaron rastros de violencia.
Las personas que lo llevaron pidieron a la familia USD 300 mil, según la pesquisa.
Los agentes manejaban con mucho sigilo detalles de la investigación y según informaron ayer, pudieron dar con los sospechosos, que no hicieron caso del pedido de alto y se produjo un intercambio de disparos.
Daniel era tratado como un vecino más en la zona, ya que llevaba varios años viviendo allí. Se ganó el cariño y el respeto de sus vecinos que a menudo lo veían realizar caminatas. También era conocido por su afición a la escritura; redactaba para los periódicos en África, donde se explayaba sobre temas económicos, culturales y de interés general. Lo recuerdan como una persona pacífica.
El comisario Nimio Cardozo, jefe del Departamento Policial de Antisecuestro, se había referido al caso como atípico, ya que, según él, la víctima no se encontraba en condiciones de pagar esa alta suma de dinero que pedían los captores. RG