La quema adrede de bosques naturales para habilitar –los campos quemados– a actividades agrícolas, en el sentido amplio de este término, no es lo mismo que la espontánea. Aquella es un acto criminal y merece el más severo castigo, aplicando el Código Penal vigente en cada país.
Otros de sus síntomas son los desastres naturales infligidos por fenómenos telúricos, eólicos y eléctricos nunca antes observados con tanta furia y destrucción, como tsunamis, terremotos, huracanes, ciclones, descargas eléctricas, inundaciones y similares. Tampoco es una casualidad el deshielo de parte de los polos, así como de Groenlandia, desprendiéndose gigantescos glaciares de sus gélidas montañas-madre, desplazándose a mar abierto y aumentando peligrosamente el nivel de los océanos a escala mundial en la medida que se van derritiendo.
SINDROME. Según algunos científicos especializados, forman parte de los síntomas de crisis ecológica no solamente los fenómenos climáticos, citados parcialmente arriba, sino también el crecimiento económico desigual y el consumismo desbordado. En esta óptica y de acuerdo con esto último, también algunas de las políticas públicas y de las costumbres de cada país pueden ser parte constitutiva del síndrome que destruye nuestro hábitat, aparentemente en forma incontenible.
Podría ampliarse aún más ese enfoque, refiriéndose ya al Estado de Derecho, ya que el conjunto de normas vigentes, que rigen la convivencia, tienen que ver con el ordenamiento jurídico e institucional que posibilita dichas políticas públicas y ciertas tradiciones expresadas en hábitos y usanzas. En todas ellas, coadyuvan en ese proceso de causa-efecto los Poderes del Estado, junto con las entidades descentralizadas y las binacionales, megaproductoras de energía hidroeléctrica, así como el sector privado y las organizaciones de la sociedad civil, a los que hay que agregar los medios tradicionales de prensa (radioemisoras, canales de TV y periódicos impresos) y las diversas redes sociales, por su rol fundamental en la difusión de las mismas.
CAUSAS. Pero la pérdida del equilibrio medioambiental hay que analizarla no solamente desde la óptica de sus síntomas, configurando síndromes destructivos, sino también desde sus causas más profundas, tales como el modelo de sociedad a la que se aspira, así como el de desarrollo en su concepto integral y sostenible. El tipo de sociedad tiene que ver con sociedades abiertas o cerradas; con aquellas en las que prevalecen las libertades económicas y cívicas, con sus condiciones subyacentes, versus aquellas otras constituidas con totalitarismos y dictaduras férreas, tanto de extremismos de derecha como de izquierda, así como con populismos de signos contrapuestos. Y todo eso, a su vez, está relacionado con ética y valores cristianos o similares, presidiendo Estados de Derecho, con democracia –en el sentido occidental del término– como sin ella.
PUBLICACIONES ÚTILES. En ese contexto amplio, profundo y complejo, deberíamos aprender de la craneoteca de la Comisión Económica para la América Latina y el Caribe, Cepal, dentro del Sistema de Naciones Unidas, así como de sus numerosas publicaciones, disponibles en su biblioteca, asequible electrónicamente, tratando esos temas ambientales, sus causas y sus síntomas. Una de las más actuales es la denominada “Recursos Naturales, Medioambiente y Sostenibilidad: 70 años de la Cepal”, setiembre de 2019, disponible en internet. Sus autores son Sánchez, Jeannette - Domínguez, Rafael - León, Mauricio - Samaniego, Joseluis - Sunkel, Osvaldo. Bravo por ese aporte valiosísimo para todas las sociedades afectadas por caos climático!