Pero, a estas alturas, se desconoce qué extensión de tierra palestina se quiere anexionar, la localización concreta, cuáles serán los plazos o en qué formato se pondrá en marcha. No se sabe si el Gabinete de ministros –dividido sobre la cuestión– votará el plan, o si el primer ministro, Benjamín Netanyahu, introducirá una ley en un Parlamento en la que cuenta junto con sus socios con mayoría.
Las advertencias a nivel regional e internacional para que no siga con este polémico proceso continúan, aunque ningún país ha amenazado con consecuencias concretas si sigue adelante.
El liderazgo palestino, la ONU, la Unión Europea, muchos de sus estados miembros y los países árabes han insistido en su rechazo a la anexión por considerarla contraria al derecho internacional, una actitud que no parece afectar a Israel, concentrado en negociar los detalles con su principal valedor: Estados Unidos. Ni siquiera se sabe si Netanyahu empezará a poner en marcha el plan el próximo miércoles. La anexión se enfrenta, además de a la oposición internacional, a desacuerdos dentro del Ejecutivo y también entre el movimiento colono. EFE