“Por favor metele preso a mi hijo, ya no sé qué hacer con él, porque hasta mi garrafa ya me vendió”, es una de las frases que escucha a diario la fiscala antidrogas Fabiola Molas, por parte de una madre desesperada que no sabe qué hacer con la adicción de un ser querido, que fue tomándolo hasta hacerle cometer hechos punibles.
A diario, en muchas zonas del país, caen personas detenidas por casos de robos o hurtos por el consumo de la pasta base, que lleva a los adictos a ser llamados “chespis”, que empiezan consumiendo y luego la necesidad ya los lleva a delinquir para obtener la droga.
Francisco Ayala, del departamento de Comunicación de la Senad, explica que si bien el crac es la droga con menor costo en el mercado negro, genera una dependencia tal que lleva a los consumidores a realizar cualquier hecho para conseguirla.
Alrededor de 200.000 guaraníes a diario debe tener una persona que ya cayó en las garras de esta sustancia, según los cálculos que realizan los expertos, y esto hace que recurran a la delincuencia.
A principios de este año, una pareja conformada por Carmen Alvarenga y Víctor Franco fue detenida por agentes de la Comisaría 16ª Metropolitana. Ambos habían asaltado a un viandante con un arma de juguete.
Cuando fueron detenidos, se encontró en poder de ellos una pipa para fumar la droga y ambos admitieron que robaban para poder conseguir sus dosis diarias.
Teléfonos celulares, cámaras de seguridad, sillas y hasta focos de los alumbrados públicos suelen ser hurtados por estas personas que buscan obtener algún dinero para esquivar el síndrome de abstinencia, lo que llaman “fisura” en la jerga del submundo de la droga.
NEGOCIO FAMILIAR
El microtráfico comenzó a ser realizado por clanes familiares en zonas marginales de la capital como el Bañado Sur o el barrio Chino, de la Chacarita, pero actualmente ya se expandió a casi todo el territorio. “Ya no podemos decir que haya zona roja. Se calcula que en todos los barrios de Asunción hay por lo menos dos focos de microtráfico”, reveló Ayala.
El auge de este negocio generó un impacto social en el sector de la salud y también en la seguridad, afirman los expertos.
Uno de los ejemplos claros es Armando Javier Rotela, que se inició en el mundo del crac siendo pionero del modo delivery, que consistía en reclutar a jóvenes que entregaban la droga en motocicletas, bicicletas u otros vehículos, y así armó un imperio que hoy en día mutó a una facción criminal, que es una de las más temibles del país.
Armando es el jefe del clan Rotela y está recluido en el panal de Tacumbú, condenado por traficar con drogas.
Los investigadores sostienen que el hombre maneja un gran porcentaje del tráfico y tiene una importante legión de privados de libertad que le son leales y que lo ayudan a incrementar su poder dentro y fuera de los muros penitenciarios.
El hombre es considerado uno de los narcotraficantes más influyentes, tanto que su clan hace frente al grupo criminal brasileño Primer Comando de la Capital (PCC).
En la opinión de la fiscala Molas, el tratamiento de esta problemática debe ser encarado de manera interistitucional y no solo poner el foco en la represión. “Hay una necesidad de una política pública fuerte y de rehabilitación. Provoca rechazo el adicto, pero el adicto es un enfermo”, señaló la agente del Ministerio Público, que constantemente realiza allanamientos para desbaratar focos de distribución de la droga.
200.000 guaraníes diariamente necesita un adicto para sus dosis de crac, según manejan los expertos antidrogas.
“Cada vez que viene roba algo de casa”
“Desaparece por días, no sabemos nada de él, pero cada vez que viene nos roba algo de la casa. No sabemos más qué hacer con él”, contó doña Raquel, apenada por la situación en que se encuentra su adolescente hijo David, de 16 años, que es adicto al crac.
La mujer es residente del barrio Santa Ana del Bañado Sur de Asunción. Precisó que hace un tiempo que llevan luchando con el problema de adicción de su hijo, quien se metió en las drogas desde los 14 años.
Doña Raquel contó que la situación de adicción de David puso en varias situaciones problemáticas a la familia, tanto con la Policía Nacional, con vecinos del lugar e incluso con el entorno familiar. “Fue detenido por la Policía en varias ocasiones por cometer robos, por más que sea vizcachero (robos de objetos de poco valor), perjudica. Muchas veces familiares fueron víctimas y es un problema, ya no sabemos qué hacer”, dijo la mujer, angustiada de tanto buscar ayuda para su hijo.
También cuestionó a la Policía, que detiene a los adictos, a quienes les someten a golpizas y rigurosos castigos, pero no así con los vendedores de drogas y reducidores, quienes compran los objetos robados de los adictos.
Sobre ese punto, en más de una ocasión las integrantes de la comisión Madres Luchadoras por la Salud de nuestros Hijos, del Bañado Sur, denunciaron que la Policía protege a los microtraficantes, ya que saben dónde se vende crac y no hacen nada al respecto.