Por ello, resulta injustificable que se sigan registrando dramáticos episodios de barrios, comunidades, pueblos y ciudades que reclaman no recibir durante varios días el vital servicio de provisión de agua por parte de la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (Essap SA), como los registrados nuevamente durante el último fin de semana, en que varios sectores de Asunción y ciudades del área metropolitana se han visto otra vez afectados por los cortes.
Según un reporte de este diario, las familias se quedaron sin el vital líquido por más de 48 horas en varias zonas de Fernando de la Mora, mientras en Asunción, Luque, San Lorenzo y Lambaré se reportaron cortes de 24 horas, a pesar de las reiteradas promesas de la empresa aguatera.
Recientemente, los concejales de la Junta Municipal de Asunción tuvieron que emitir un comunicado por los sucesivos cortes que han venido sufriendo. “Reclamamos a la Essap por falta de agua en la Junta Municipal en la fecha y los numerosos cortes de agua durante los meses de setiembre y el presente mes (octubre), poniendo en entredicho la eficacia de los protocolos de salud aplicados por la Municipalidad de Asunción y los esfuerzos del Gobierno Nacional por contener y superar la pandemia que nos afecta, exigimos una solución definitiva a esta falta de provisión de agua, en atención a miles de personas que concurren diariamente a la Comuna y requieren de este servicio básico”, señalaba el pronunciamiento.
Existe una ineficiente gestión por parte de quienes manejan la aguatera estatal, que se arrastra desde hace tiempo, que en estos días nuevamente está alcanzando situaciones límites, cuya urgente corrección debe ser encarada como una absoluta prioridad por parte del Gobierno. En 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que un agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos. La organización exhorta a los Estados y organizaciones internacionales a proporcionar recursos financieros, a propiciar la capacitación y la transferencia de tecnología para ayudar a los países, en particular a los países en vías de desarrollo, a proporcionar un suministro de agua potable y saneamiento saludable, limpio, accesible y asequible para todos.
Ni la sequía ni la falta de recursos deben ser excusas cuando existen posibilidades técnicas de brindar un buen servicio. Lo que falta es voluntad política de invertir más recursos y esfuerzos en una buena gestión, que a las autoridades realmente les importe el sufrimiento de la gente.
Los dramáticos episodios de barrios y comunidades abandonados a su suerte sin el líquido vital deben merecer el repudio ciudadano y una rápida solución.