26 dic. 2025

Copian también en el Brasil a la yerba mate Campesino

Por Andrés Colmán Gutiérrez

CIUDAD DEL ESTE

En el Brasil se ha desatado toda una ola de fabricar y comercializar yerba mate con nombres parecidos a los de conocidas y prestigiosas marcas paraguayas, copiando ilegalmente el diseño y las características de los productos originales.

Luego de que Última Hora diera a conocer el caso en que la empresa Erva Mate Sete Quedas, de la ciudad de Tacurú, Mato Grosso do Sul, estaba comercializando en Brasil una marca denominada Curupira, con diseño copiado al de la conocida yerba Kurupí del Paraguay, una ciudadana paraguaya residente en Brasil hizo llegar el dato acerca de otro producto que también podría considerarse como una copia y evidente falsificación.

Se trata de la yerba mate Campanário, fabricada en la ciudad de Naviraí, estado brasileño de Mato Grosso do Sul, y que exhibe un logotipo con los mismos caracteres, y un embalaje con los mismos diseños que los utilizados de la yerba mate Campesino, fabricada en el país por la empresa yerbatera Campesino SA, con establecimiento industrial en Capitán Miranda, Itapúa, y asociada al grupo A.J.Vierci.

En este caso, si bien existen variaciones en los dibujos e ilustraciones con respecto al embalaje original, se nota la abierta intención de emular al producto paraguayo, especialmente a la yerba mate Campesino conocida como “clásica”, con empaque de color naranja.

La particularidad es que el producto brasileño tiene además sabor a piña, respondiendo a las exigencias del público brasileño, que prefiere degustar el tereré con gusto a frutas.

FALSIFICACIÓN. “Hace ya algún tiempo que esa yerba mate se produce en el Brasil y es evidente que se trata de una falsificación de nuestra marca”, explicó a Última Hora el administrador de la empresa Yerbatera Campesino SA, Marcelo Ocampos.

No es el único caso, apunta el empresario. Además, recibieron informes de que otra yerbatera brasileña (Industria Ervatera Giotti Ltda), inició un proceso ante el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial (Inpi) del vecino país, buscando patentar la marca “Campesino” como suya, en una evidente acción de piratería y de intento de apropiación ilegal.