Los sectores avícola, azucarero y frutihortícola son algunos de los más dañados no sólo por los efectos de las restricciones frente a la pandemia, sino porque la competencia desleal que entra por las zonas de frontera campea fácilmente, mientras los productores paraguayos siguen pagando altos costos, a los que se sumaron algunas cuentas como producto de la crisis actual.
Pablo Mauger, presidente de la Asociación de Avicultores del Paraguay (Avipar), explicó que de 800 a 900 toneladas mensuales de pollo (principalmente muslo) pueden ingresar tranquilamente desde el Brasil sin que se pueda frenar ese contrabando.
“Estamos cansados de puras reuniones y promesas desde el Gobierno; falta siempre más personal para hacer los controles y encima la diferencia cambiaria con Brasil es muy grande: No hay empresa que sostenga ese ritmo. Algunas granjas ya van a tener que cerrar, los pequeños empresarios no van a aguantar”, reclamó el industrial del rubro avícola.
PERJUICIO. Por su parte, Gregorio Ocampos, de la Asociación de Productores Frutihortícolas de San Ramón (Caaguazú), dijo que al empezar la pandemia se notó que hubo mucho control y con el cierre de fronteras también; pero que últimamente vuelve a ser casi lo mismo de siempre, con intensidad de ingreso de elementos que dañan la producción local, sobre todo de tomate.
“El problema con el Afidi que brinda el Senave es que muchos importadores se benefician con un nivel de 25.000 kilos; pero en la realidad logran introducir 75.000 kilos; mientras nosotros recibimos solo G. 2.500 el kilo en finca. Así, obviamente que todo es pérdida para nosotros”, justificó.
Se suma a ello la producción tomatera brasileña con la variedad “Rastrero” que, a criterio de Ocampos, no es apto para el consumo en la mesa, sino para la industria. Eso –según dijo– hace bajar el precio del producto y encima se vende en Paraguay como tomate producido para consumo del hogar, cuando que es solo destinado a la manufactura y, encima, con evidente proceso de fumigación no tan controlada.
Caña de azúcar, con bajo precio
El daño también se siente entre quienes están en la cadena del azúcar. Braulio Salinas, presidente de la Asociación de Cañicultores de Mauricio José Troche, destacó que por causa del contrabando las azucareras están abonando G. 100.000 la tonelada y por G. 40.000 están brindando azúcar como parte del pago.
Sólo un ingenio (AZPA) paga G. 140.000 la tonelada, según mencionó; al tiempo de indicar que si bien en la asociación fabrican alcohol, hay otros cañicultores no censados por Petropar que la están pasando muy mal.