14 may. 2024

Contrabando no para de acechar la economía y la imagen externa

En un contexto en el que se combinan la corrupción público-privada, la impunidad y los bajos ingresos de los hogares, Paraguay se convirtió en un centro de entrada y salida ilegal de productos de todo tipo que corroen cualquier posibilidad de construir un país serio y encaminarlo hacia el desarrollo. El Gobierno no solo hace poco por solucionar el problema, sino que tampoco castiga a sus propios funcionarios, por lo que finalmente la inacción o la complicidad sale gratis a costa del crecimiento económico, la gobernabilidad y la democracia.

La industria y el comercio esta semana volvieron a quejarse públicamente debido a la invasión de productos importados al margen de la ley. La permeabilidad de las fronteras empeorará con la llegada de las fiestas navideñas ya que las familias contarán con un poco más de ingresos y, frente a la inflación, buscan hacer rendir más sus escasos recursos.

La persistencia de pobreza, los bajos ingresos de quienes están por encima de la línea de pobreza, el aumento de los precios, la volatilidad e incertidumbre que afectan a los hogares paraguayos no ayudarán a combatir el contrabando. A la grave situación de los hogares se agregan los altos niveles de corrupción de funcionarios públicos y de empresas que importan de manera ilegal.

Este estado de cosas produce un malestar generalizado debido a las consecuencias económicas, sociales y políticas. Las manifestaciones en las redes muestran la débil cohesión social en torno a un objetivo que debería ser nacional, como es el de apoyar el desarrollo de los negocios en el mercado interno.

La percepción negativa de la ciudadanía acerca del rol del sector empresarial impide apelar a la conciencia para reducir la demanda de productos de contrabando, por lo que lo único que queda es el control y los castigos, opción casi inexistente si se considera el bajo nivel de compromiso de las autoridades y funcionarios públicos.

A La entrada de productos ilegales se suma la salida de productos elaborados en Paraguay y aquellos que usan nuestro territorio como paso para mercados mas grandes. Hace tres meses, el Gobierno del Brasil anunció los resultados de un operativo realizado en la frontera paraguaya entre junio y setiembre. Entre las incautaciones se encontraron 26 millones de cajas de cigarrillos, 176 toneladas de agrotóxicos y 243.000 botellas de bebidas alcohólicas.

En esos mismos meses, un medio de prensa argentino señaló que pasan por Paraguay 750.000 toneladas de soja argentina, con lo cual este país termina perdiendo una cifra considerable de recaudaciones tributarias.

Para empeorar la situación, durante todo este año hemos sido testigos de la gran cantidad de incautaciones de droga provenientes de Paraguay en diversos países de Europa, con fuertes implicancias incluso en la mafia europea.

El daño que hace el contrabando no es solo microeconómico y en el mercado interno, termina debilitando la imagen internacional y con ello dejamos de recibir inversión externa de calidad y en cambio atraemos a mafiosos y empresas de dudosa ética empresarial. Paraguay termina estando en la mira de negocios turbios con vínculos globales sumamente peligrosos.

Probablemente la consecuencia más grave es política. El tráfico ilegal de productos se produce en un contexto de relaciones entre grupos mafiosos que corroen la institucionalidad pública y permea todos los ámbitos del sector privado y político, involucrando también el financiamiento de campañas políticas con lo cual se afecta a la calidad de la democracia.

Las consecuencias de las diversas formas de contrabando se extienden a todos los ámbitos de la vida social, económica y política, destruyendo los pilares de la cohesión social y del desarrollo. Esperamos que en algún momento las autoridades tomen conciencia y hagan algo al respecto.

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