De acuerdo con los comerciantes del Abasto, la producción nacional no está cubriendo el consumo interno y la prohibición de la importación solo hizo que el contrabando aumentara. Los vendedores piden una liberación parcial para las compras desde el exterior.
El ingreso ilegal de hortalizas desde Brasil y Argentina afectan de manera cíclica a la producción paraguaya. Hace un par de meses el problema se centraba en el tomate; actualmente perjudica mayormente al locote.
“El locote verde no tenemos mucho; no obstante, el precio está por las nubes igual, se debe estudiar una pequeña liberación”, expresó al respecto Aldo Villarreal, de la Asociación de Importadores y Comerciantes del Mercado de Abasto.
Se refirió a la Acreditación Fitosanitaria de Importación, herramienta que el Gobierno utiliza para regular el ingreso de productos extranjeros en apoyo a la producción nacional. En esta temporada los permisos están suspendidos para las principales hortalizas.
En cuanto a los precios, a nivel mayorista el promedio está en G. 12.000 el kilo, de acuerdo con el Servicio de Información de Mercados Agropecuarios del Ministerio de Agricultura y Ganadería.
Al consumidor final el producto le llega a casi G. 15.000 el kilo.
En sus fincas los productores piden G. 9.000 por kilo, con el propósito de sobreponerse de los G. 2.500 que recibieron en abril. Para Villarreal es entendible la situación de los horticultores, pero considera que el locote debería costar en las huertas G. 5.000 por kilo para que sea rentable para la cadena de comercialización y a la vez accesible para los clientes finales.
Para contrarrestar la situación, el vendedor propone que se habilite una importación parcial, lo justo como para cubrir la demanda.
En cuanto al tomate, actualmente no se registran inconvenientes, a pesar de que persiste el contrabando, el ingreso ilegal disminuyó en parte porque en Argentina el factor climático derivó en una merma de la producción, entonces las hortalizas que sobrevivieron al frío van a parar a la venta local.
Sin embargo, para setiembre, se avizora una nueva inundación de tomates argentinos. También persisten los inconvenientes con la cebolla. Mientras los horticultores locales piden G. 60.000 por la bolsa, el importado cuesta solo G. 25.000.
Villarreal no ve otro camino que el “sinceramiento” por parte de los propios importadores que maquillan sus compras de contrabando y del sector productivo acerca de la oferta real de hortalizas.