13 jun. 2025

CONSPIRACIÓN OFICIAL

Akãpete

Que el vicepresidente de la República es el mascarón de proa de una intención de romper la continuidad del actual gobierno, no es novedad. Ya desde los tiempos de la campaña electoral los colorados pronosticaban tal situación. Entonces ya se anunciaba casi con lujo de detalles lo que iba a suceder. Pero era todo visto como propaganda electoral.

Transcurrió el tiempo y ganó la Alianza Democrática. Y Lugo desde entonces es presidente y el otro, vice. Un segundo lugar insoportable que busca convertirse en primero. Los colorados ya lo sabían ¿cómo? Esa es la gran pregunta.

A lo largo de estos casi dos años, el liberal no hizo más que enturbiar, atacar y buscar deslucir al actual gobierno. Más allá de los errores visibles, de la incapacidad y hasta cierto autismo del presidente Lugo, la actitud del segundo es de quien no tiene la más mínima intención de reconocer que de los errores del actual poder también él es responsable.

Todos los días, a cada hora, en cualquier lugar y más si hay prensa, él lanza críticas. Cuando no reclama haber sido excluido hasta para ir al Parlamento -su única tarea real que tampoco cumple a cabalidad- está denunciando. Lo último de estos días es la calificación de traidor al mandatario. De traicionar las promesas electorales y de no conducir al país conforme lo asumió en campaña.

El segundo puede tener toda la razón. Como puede no tener.

Veamos. El vice es en orden de sucesión constitucional el que sigue al presidente. O sea es casi presidente. Esa condición de casi es lo que lo pone ante la insoportable condición de disparar a destruir al primero para ver si así le llega el turno.

Pero la cosa es aún más compleja. Él se pasa criticando, ataca al gobierno y lo acusa de un sinfín de razones fundadas e infundadas. De despropósitos reales y ficticios. Y de razones de poder, de impotencia y de incapacidad en el Ejecutivo. El vice, siendo del gobierno, es el rostro visible de la oposición. Es quien canaliza las molestias y expone con desparpajo su encono por no poder mandar y disponer. Y porque, en el fondo, los demás grupos políticos contrarios a la actual configuración presidencial le dan tácito respaldo para seguir enturbiando un escenario político que puede terminar arrastrando al propio denostador a una situación de crisis e inestabilidad en el país.

Ahora el Ejecutivo se preocupa. Haber hecho alianza con el enemigo bajo condiciones poco claras y acuerdos ambiguos provoca más problemas que soluciones, en un proceso marcado por los errores de un mandatario incapaz en los asuntos del poder y de una oposición mezquina, que se regodea en su egoísmo peligrando el futuro de la población.

El vicepresidente es oficialista. Es el que ganó las elecciones con el número uno y quien en ausencia de este suele ser presidente de la República. Es quien también prometió y respaldó la propuesta electoral de la Alianza. ¿Cómo entonces se entiende que ahora acuse de incumplimiento a un proceso, un gobierno que él mismo representa? Sin hacer un mínimo gesto de autocrítica, propone que el problema y la incapacidad están en el Ejecutivo (que puede ser cierto), pero y él ¿qué es?

El vice es parte del Ejecutivo. Cuando este es acusado de traidor, traidor también es quien acusa. Porque finalmente si Lugo traiciona la promesa asumida y no genera lo que la gente espera, quien lo sostiene, quien vicepreside, es igualmente responsable de ese incumplimiento.

El segundo en el poder es quien critica todo lo que hace el Ejecutivo. Ahora se habla incluso del peligro de gobernabilidad. De que el segundo encabeza un proyecto de destituir al mandatario. La lógica nos diría que si sale el presidente, asume él. Pero también la lógica nos explica que lo que sobreviene puede ser peor.

Una conspiración para tumbar al presidente hasta podría tener éxito. La oposición real y el oficialismo opositor tienen todas las condiciones y herramientas políticas y jurídicas facilitadas por el actual gobierno desde su incapacidad. Sin embargo, quien asuma en esas condiciones tendrá el mismo desenlace porque quienes prometen sostenerle son quienes lo arrastrarán al vacío para a su vez hacerse con el poder.

La conspiración oficial es tan burda como que el propio gobierno organiza mítines sociales para autolegitimarse. Y la actitud del vicepresidente, tan lamentable como que escupa al cielo para que se le caiga al rostro.