“A los cristianos nos ha sido confiada la noble tarea de mostrar a Jesucristo a nuestros hermanos los hombres.
Los cristianos debemos sentirnos enviados por Cristo —como él mismo ha sido enviado por su Padre— a anunciar, con nuestra vida y nuestras obras, el Evangelio del Reino de Dios.
“Se ha cumplido el tiempo, el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed al Evangelio”. Con estas palabras empezó Cristo su misión.
Con Cristo y en Cristo, mediante nuestras acciones y nuestras palabras, por la gracia del Bautismo, estamos en condiciones de repetir con eficacia al oído de las personas que tenemos alrededor: ¡creed al Evangelio! Que equivale a decir: ¡abrid serenamente la inteligencia y el corazón a Jesucristo, confiad en el Salvador! (...).
Jesucristo pide a sus seguidores que divulguemos por esta tierra su mensaje. Y quiere que lo difundamos con la gallardía y el optimismo propios de quien sabe que es una doctrina siempre vigente y siempre nueva: con la novedad permanente del amor, capaz de vivificar la conducta de los hombres y de las mujeres de todos los tiempos, en las circunstancias más dispares.
Resulta siempre oportuna la pregunta que, en uno de sus escritos, sugiere san Josemaría: "¿Cunde a mi alrededor la vida cristiana? Piénsalo a diario”.
La propia y personal respuesta a ese interrogante, a la vez sencillo y comprometedor, nos permitirá deducir si hemos calado con profundidad en nuestra vocación cristiana, si no nos ha faltado valor o si nos hemos encogido ante ambientes o mentalidades hostiles a Jesucristo.
La gran variedad de los cristianos llamados a santificarse en medio del mundo, han de dar a conocer al maestro, desempeñando bien – con perfección humana y con espíritu cristiano– el trabajo y las demás obligaciones que a cada uno le correspondan.
…Fuertes en la fe, seguros en la esperanza, convencidos del verdadero amor, los cristianos hemos de aceptar el reto que los tiempos actuales nos lanzan...”.
(Frases extractadas de https://opusdei.org/es/article/conocer-a-jesucristo-hacerlo-conocer/)