La intervención de un grupo de expertos designados por el Parlamento, la falta de interés ciudadano, el voto obligatorio y el ascenso de la ultraderecha son las principales claves de este nuevo intento, puesto en marcha después de que el 62 % de los chilenos rechazara en septiembre de 2022 la primera propuesta de Ley Fundamental.
“Hay elecciones el domingo y mucha gente no sabe ni siquiera qué es lo que se vota”, comenta a EFE Estefanía Andahur, de la Red de Politólogas.
“La convención anterior era prácticamente un reality. Tuvimos trasmisión en vivo 24 horas al día. Fue (un proceso) muy largo y desgastante”, coincide en señalar a EFE Federica Sánchez Staniak, de la Universidad Alberto Hurtado.
Según la encuesta Criteria, publicada a comienzos de abril, tan solo el 31% de los chilenos está interesado en la redacción de una Constitución que sustituya a la actual, heredada de la dictadura (1973-1990) y reformada varias veces durante la etapa democrática.
El proceso anterior fue alabado internacionalmente porque fue la salida que encontró el país a las masivas protestas de 2019 y 2020, las más graves desde el retorno a la democracia. EFE