Ubicado a 145 kilómetros de la Ciudad de Guatemala y a 18 kilómetros de la cabecera departamental, Santa Cruz del Quiché, la mayoría de la población de este enclave pertenece a la etnia indígena Quiché.
Pero esta población es conocida por ser del lugar donde se encontró el Popol Vuh, el libro sagrado en la cosmovisión maya, traducido por el español fray Francisco Ximénez y que cuenta el origen de la humanidad.
Este lunes es el gran día de este emplazamiento, que empieza desde el amanecer con la “Danza del Torito”, para conmemorar a Santo Tomás, patrono del lugar.
Al ritmo de marimba, instrumento nacional de Guatemala, más de 30 bailarines ataviados con trajes de lentejuelas, emulando a los conquistadores, mayordomos y toros, celebran esta efeméride frente a la iglesia.
Los niños son usualmente quienes visten de toritos y realizan travesuras.
Decenas de lugareños y turistas observan absortos los movimientos de los participantes, quienes tienen por costumbre beber alcohol durante días antes de la celebración.
Las Cofradías, que son fraternidades religiosas católicas, pasean por las calles llevando en andas las imágenes de los santos patronos de Chichicastenango, mientras los devotos entregan ofrendas en efectivo para la iglesia y queman fuegos artificiales alrededor.
Días antes, se celebra el baile del “Palo Volador”, en donde cuatro o seis jóvenes se arrojan de un madero de 27 metros de altura, colgados por una soga que se desenvuelve alrededor.
Pedro Cox, de 32 años, dice estar orgulloso de las tradiciones de Chichicastenango, “uno de los lugares más coloridos de Guatemala”.
“Las tradiciones son ancestrales, por eso los turistas de Europa y Estados Unidos vienen a disfrutar”, enfatizó este guatemalteco ufano de sus costumbres.
Las festividades comienzan el 5 de diciembre y terminan el 23. Casi 20 días de fiesta en los que la actividad económica principal del lugar, el comercio, se revitaliza con la visita de cientos de personas.
El mercado es famoso en la región y sus días de principal actividad son los jueves y los domingos, en los cuales se venden frutas, verduras, carne, textiles, maderas y otros productos típicos.
Otro de los atractivos es la iglesia de Santo Tomás, edificada durante la época colonial, y en su fachada, concretamente, en las gradas exteriores del templo, se mezclan tradiciones y ritos indígenas y ladinos.
