16 sept. 2025

¿Cómo se llama su nombre?

Mi columna vertebral

El otro día quise convencer a un amigo de que su nueva empresa se llame Calimocho, simplemente, porque me gusta cómo suena la palabra. Considero que un emprendimiento puede venderse bien con ese nombre, con unos simples ajustes: como quitar la palabra de su contexto original y acompañarla de algún eslogan interesantón del estilo de: “Ahora sí, te tocó el Calimocho”. Recibí una rotunda negativa de respuesta, seguida de la aclaración: "¿No querés pio que le llame ‘guarapo’ nomás ya?”.

Va un poco de luz, para los que no saben lo que significa Calimocho. Se trata de una bebida alcohólica, que se caracteriza por ser “villera” y es consumida por los estratos sociales bajos de la Madre Patria. Se obtiene de la mezcla de alguna bebida cola con vino; preferentemente, de cartón, en el que el año de la cosecha no viene al caso.

Entiendo a mi amigo y también su comentario con olor a guarapo, pero estaría bueno verlo desde otra arista. Los nombres no necesariamente determinan el futuro de un producto o de una persona. ¡Qué bueno sería vivir en un mundo donde la gente determine el valor de su nombre! Sería una cuestión de carácter, nada más que eso.

Supongamos que le ponés un nombre medio complicado a tu hija: Mafalda, por ejemplo. Lo más probable es que alguna tía medio personaje la llame “Mafi” y que se le pegue el apodo de por vida. La niña quedará condenada a llorar por los pasillos del colegio, ante las burlas de sus amigas por haber comido ocho medialunas y dos caracoles. El nombre con el que transitamos por la vida ayuda a abrir puertas. Es más fácil llamarse Pablo que Eliseo, aunque opino que el segundo podría formar una personalidad bien definida. Una denominación con carácter hace que respetes quién sos por lo que sos y no por cómo es tu nombre. Si te llamás Pablo Francisco Eliseo, tenés que ser nomás luego un gran tipo. Por mencionar otro ejemplo, un Nery podría ser mejor presidente que un Fernando, simplemente porque tardó años en definir el temperamento detrás del ocurrente nombre que sus padres le dieron; creó carácter, porque tuvo que defender su nombre en el colegio, por años. Yo le votaría a Nery, solo por llamarse así. Al final del día, seguirá siendo una cuestión de actitud.

El hombre hace al nombre y no al revés. ¡A la salud de Calimocho!