Giovanni Plaza huyó a Colombia para vencer al VIH que lo estaba matando en Venezuela. Tuvo suerte y le regalaron los medicamentos, pero la necesidad obliga a sus compatriotas a comprar medicinas a vendedores informales en el puente que une a ambos países.
Pueden estar vencidos, dañados o ser un placebo. Pero la escasez y la hiperinflación en su tierra empujan a muchos a adquirir cualquier opción que esté al alcance de sus posibilidades. Incluso un fármaco a un precio sospechoso promocionado por un desconocido en el puente Simón Bolívar. “Estuve muriéndome prácticamente en Venezuela por no tener una buena alimentación y no tener medicamentos, los antirretrovirales con los que se trata este virus”, cuenta Plaza. Contrajo el VIH hace 5 años. En diciembre, cruzó a la ciudad de Cúcuta con la esperanza de hallar la droga que mantuviera a raya su condición, empeorada tras contraer paludismo que tampoco le pudieron atender en la nación petrolera. Dejó a su familia, incluido su hijo de 6 años en la Isla de Margarita, donde se ganaba la vida como comerciante. Una organización de EEUU que atiende en Cúcuta a miles de migrantes, que huyen de la peor crisis de la historia de Venezuela, le brindó gratuitamente el tratamiento. AFP