Uribe Turbay, de 39 años, fue sometido la noche del sábado a una cirugía de unas cuatro horas de duración en la Fundación Santa Fe de Bogotá, que ayer informó que “el estado reviste la máxima gravedad y el pronóstico es reservado”.
El atentado contra la vida de Uribe Turbay, miembro del partido uribista Centro Democrático, ha causado consternación en el país y rechazo total a lo que muchos consideran un retroceso de 30 años en materia de violencia política, sumado a un clamor generalizado para dejar de lado los discursos incendiarios y de odio de cara a las elecciones del año próximo. “Es esencial proteger a todos los candidatos como elemento fundamental de nuestra democracia. El pasado de la violencia política, con candidatos asesinados, no puede repetirse. Y todos los actores públicos, empezando por el primer mandatario, deben evitar el lenguaje violento que fomenta la polarización y genera, a su vez, más violencia”, dijo ayer el ex ministro José Antonio Ocampo.
PAÍS DESANGRADO. Ese pasado de violencia al que aludió Ocampo fue la sangrienta campaña presidencial para las elecciones de 1990 en la cual el país estaba sometido por la violencia del narcotráfico y fueron asesinados tres candidatos a la jefatura de Estado en tan solo ocho meses.
El primero fue el liberal Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado la noche del 18 de agosto de 1989 durante un mitin en la plaza principal de Soacha, un municipio aledaño a Bogotá, en un atentado que, por la forma como se cometió, guarda similitudes con el de ayer contra Uribe Turbay.
Siete meses después, el 22 de marzo de 1990, Bernardo Jaramillo Ossa, candidato presidencial del partido de izquierdas Unión Patriótica (UP), fue asesinado en el aeropuerto de Bogotá.
Jaramillo había reemplazado al frente de la UP a Jaime Pardo Leal, quien fue candidato presidencial en 1986 y fue asesinado un año después, el 11 de octubre de 1987, en la localidad de La Mesa, cercana a Bogotá, como parte del genocidio que costó la vida a más de 4.000 integrantes de ese partido nacido de un intento de acuerdo de paz del Gobierno de la época con la guerrilla de las FARC.
La orgía de sangre se cobró también la vida de Carlos Pizarro Leongómez, quien fue comandante de la guerrilla Movimiento 19 de Abril (M-19) y firmó la paz en marzo de 1990 con el entonces presidente Virgilio Barco (1986-1990).
Sin embargo, menos de un mes después, el 26 de abril de 1990, cuando era candidato presidencial, fue tiroteado por un sicario que le disparó en un avión en pleno vuelo en el que viajaba a Barranquilla para un mitin electoral.