Por Juan Manuel Salinas A.
El Papa Benedicto XVI desató una polémica cuando en Camerún afirmó que el preservativo aumenta el problema del sida. Por ello, miles de organizaciones acusaron a Benedicto de irresponsable. Para no ir muy lejos, en nuestro país, el médico y periodista Alfredo Boccia escribió en su columna de Última Hora que la afirmación de Benedicto es infundada.
Sin embargo, Edward Green, director del Centro de Estudios de Población y Desarrollo de la Escuela de Salud Pública de Harvard, da la razón al Papa. Así como lee. “Soy un liberal en temas sociales y para mí es difícil admitirlo, pero el Papa realmente tiene razón. Las pruebas que tenemos demuestran que en África los preservativos no funcionan como método para reducir la tasa de infección por VIH”, explica. “Lo que en realidad encontramos es una relación entre un uso continuado de preservativos y una mayor tasa de infección. Significa que quien usa preservativos está convencido de que son más eficaces de lo que realmente son, y termina por admitir mayores riesgos sexuales. Hace algunos años se comenzó a notar en África que los países con mayor disponibilidad de preservativos y mayores tasas de utilización de los mismos, tenían también las tasas más altas de infección por VIH”.
Atención a esto, porque tira abajo todo lo que se venía diciendo hasta ahora. Y lo importante es que el análisis de Green es meramente científico. Habla incluso que la monogamia, la abstinencia y la fidelidad son las verdaderas “armas combativas” contra el VIH. Y pone de ejemplos a ciudades como Uganda, Kenia, Haití y Zimbabwe donde se redujo la enfermedad con estos métodos.
“Los críticos del Papa no tienen que mirar a África para encontrar evidencia de que el uso de condones no es eficaz contra el sida. Basta con mirar a Washington DC, donde el número de infectados aumentó el 22% entre 2006 y 2007. El 6,5% de los varones negros de la ciudad es seropositivo. En 2008 se repartieron 1,5 millones de condones. Llueven condones y la tasa de sida sube como la espuma”, asegura Green creando más polémica.
Mi pregunta ahora es la siguiente. ¿Por qué hay pocas noticias sobre el estudio de Green? ¿Será que los grandes fabricantes de condones pagan a las ONG para que estas insistan en la repartija de preservativos y continuar con las ganancias? Hace años que se viene diciendo que el preservativo ayuda; sin embargo, los infectados siguen existiendo. ¿No es eso señal de algo?
Creo que debemos “hilar fino” al analizar lo que está ocurriendo. Hace unos años, una campaña realizada en Uganda, basó su premisa en tres aspectos: abstinencia, fidelidad y condón (abstinence, being faithful and condoms). El famoso “ABC”. El condón quedó en tercer lugar. El resultado fue la reducción de la enfermedad.
Un misionero comboniano de nombre Daniel Giovanni Giusti, quien trabajó en estas zonas, afirmó que el preservativo cumplía un papel importante entre prostitutas, homosexuales y drogadictos. Pero era los dos primeros ejes de la campaña “ABC”, los que habían dados los resultados más positivos, ya que la gente había manifestado un cambio de hábito.
Lo que la gente debe entender, es que el sexo no es algo para vivirlo con desenfreno. Esa “locura” es la que lleva directamente al sida, con o sin condón. Lo único seguro es la autorregulación. Las campañas deben ir por ese lado. Pero claro, es difícil que ocurra, porque las grandes marcas desean vender. Eso quiere decir que la publicidad del condón debe ir en primer lugar. Así lo dicta el mercado. Y así los dictan las ONG de lucha contra el sida, donde atrás de cada una, siempre hay una marca auspiciante. Me pregunto entonces si estas no son simplemente herramientas de márquetin para fomentar las ventas. Y si esta no es la verdadera razón por la cuál atacan una y otra vez a la Iglesia.
Estamos ante altos intereses económicos, que están por arriba de un interés humano.
Mucho por analizar, mucho por investigar. La única realidad es que en medio de tantas campañas, el sida avanza con paso triunfal. Mientras tanto la frase: “USE CONDÓN” es sinónimo de “COMPRE CONDÓN”. ¿Me explico?