“Anunciamos con gran tristeza que los 123 pasajeros y los nueve miembros de la tripulación que se embarcaron en el vuelo MU5735 el 21 de marzo han muerto”, declaró en rueda de prensa el subdirector de la Administración de Aviación Civil de China, Hu Zhenjiang.
Hu explicó que, gracias al análisis de videos, datos recogidos por los radares de control aéreo y por la distribución de los escombros y los restos en el lugar del siniestro, se determinó que “no hay indicios de vida” en la zona.
Según Hu, se han confirmado las identidades de 120 tripulantes, gracias a pruebas de ADN.
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El avión realizaba el trayecto entre las ciudades de Kunming (suroeste) y Cantón (sureste) y despegó a las 13:15 hora local (05:15 GMT) del lunes antes de precipitarse rápidamente a tierra en la región de Guangxi a las 14:38 hora local (06:38 GMT).
“Tenemos un gran pesar”, explicó a Xinhua un bombero que participó en las tareas de rescate, que añadió: “Hemos buscado en la zona del accidente y en las montañas adyacentes durante días esperando un milagro”.
A partir de ahora, los esfuerzos se centrarán en buscar “los restos mortales de las víctimas y del aeroplano” para proporcionar una base “para la investigación”, declaró Hu.
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Todavía se desconocen las causas del siniestro y se espera que las cajas negras, una de las cuales fue hallada el pasado miércoles, esclarezcan los hechos.
Según datos del portal de seguimiento de vuelos FlightRadar24, la aeronave volaba a las 14:19 hora local (06:19 GMT) a una altitud de 29.100 pies (8.870 metros) cuando, a unos 55 kilómetros al oeste de la localidad de Wuzhou, comenzó a descender.
Antes de estrellarse, el aparato descendió casi 8.000 metros en apenas tres minutos, según FlightRadar24.
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“El avión cayó en picado y parecía estar de una pieza durante el descenso. Pocos segundos más tarde, se estrelló”, aseguró un residente de la zona citado por Xinhua.
Las autoridades de la región de Guangxi, tras estudiar 41 muestras tomadas en la zona, no encontraron resto alguno de componentes de explosivos, recoge Xinhua.
El siniestro del lunes puso fin a una racha de casi 12 años sin accidentes graves de aviación en el país asiático, cuyas autoridades anunciaron una investigación que se prolongará durante dos semanas “para garantizar la seguridad absoluta” en las operaciones del sector.