23 abr. 2024

Chatarrear TIC o pensar y crearlas

Hoy que se está replanteando la educación de los jóvenes paraguayos, veo con preocupación que se insiste en la ampliación (crecimiento) del acceso a las TIC, como una especie de panacea del éxito y como un imperativo casi superior al del desarrollo del pensamiento lógico-matemático-computacional, el cual está ligado a los rasgos más significativos del Homo sapiens de todos los tiempos: la conciencia y la libertad creativa. Primero está el ser y luego el hacer.

Existe una especie de esquizofrenia en los diseñadores de políticas públicas para países consumistas de tecnologías como el nuestro —con sus recetas clichés sobre el uso de las TIC por parte de los niños—, y los verdaderos gurús de la tecnología mundial.

Una cosa es aprender sobre TIC y con TIC, desde y para una conciencia personal unitiva, y una convivencia social armoniosa, como factores irrenunciables, y otra cosa es hacerlo desde una mentalidad consumista, fragmentada y huérfana de criterios de madurez personal y soberanía cultural.

No debemos permitir que se manosee la introducción de TIC en educación —por cierto, también es un negocio grande para los proveedores externos— como, si de por sí, ya simbolizase “el avance” y la democratización de nuestra sociedad. No hay que confundir fomento de adicción chatarrosa a herramientas digitales, con alimentación saludable del pensamiento lógico-matemático-computacional, que es la base, junto con la formación de carácter y la afectividad, de una evolución cultural real.

O ¿por qué creen nuestros diseñadores de planes educativos que países tan tecnológicos como Japón restringen el uso de celulares y tabletas en niños? Incluso exitosos productores de TIC a escala global, como el finado Steve Jobs y el muy vivo Bill Gates, criaron a sus hijos sin gran contacto con las TIC.

Sucede que para avanzar del subdesarrollo al desarrollo hay que aprender a pensar y animarse a crear. También hay que forjar el carácter con buenos hábitos y esto requiere ir por etapas, usar correctamente el lenguaje, contemplar la naturaleza, dialogar con pares humanos, aprender a dominar el instinto y encauzar la emotividad, posponer gratificaciones superfluas, potenciar la memoria, distinguir lo verdadero de lo aparente, usar el tiempo con sabiduría, etcétera.

Específicamente, llegar al razonamiento lógico, la comprensión y la abstracción, requiere de un camino pedagógico que, en ciertos recodos, se aleja bastante del uso acrítico de las TIC.

No, no demonizo la inclusión de TIC en la educación. De hecho, soy partidaria de la capacitación más vanguardista, integral y profunda de esa área para los educadores. Lo que digo es que debemos ser más asertivos y patriotas en las propuestas educativas para nuestros hijos, alumnos y ciudadanos del Paraguay, para que puedan desarrollar el alto perfil tecnológico y con identidad propia que queremos.

Diseñar un sistema educativo dócil a vendedores de espejitos seudotecnológicos solo nos sometería a un neocolonialismo cultural.

Sabemos que los datos y la información son el nuevo petróleo de la era digital, y quienes los manejen con inteligencia y voluntad fuerte, serán los nuevos líderes de la aldea. Enseñar a pensar y capacitar para crear con sentido ético es mucho más que invertir plata en compra de herramientas de TIC, contratar expertos y tomar fotos a niños usándolos en aula.

Una sana filosofía personalista que incluya el entendimiento profundo de la comunicación y el lenguaje, la dialéctica clásica, la retórica, el cálculo aritmético, la ponderación geométrica, la creatividad artística, incluso la robótica y la astronomía, así como una adecuada educación en virtudes, es fundamental para educar personas capaces de dar el salto cualitativo del consumismo dependiente a la independencia creativa y a la productividad en materia tecnológica.

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