María Cecilia Lezcano Grassi y Alejandro Fretes Zayas dieron sus primeros pasos como recién casados por los pasillos de la iglesia San José, con bancos llenos de afectos ausentes, un templo con rostros familiares emocionados y abrazos que quedaron a la espera de celebrar con ellos cuando las fases de la cuarentena inteligente lo permitan. La pareja vivió su enlace con los recaudos por la pandemia, sin todos los invitados previstos, pero rescatando la importancia de su unión religiosa.
En abril del 2019, Alejandro Fretes sorprendió a María Cecilia Lezcano con la propuesta de matrimonio. La promesa de volverse marido y mujer fue durante un asado familiar, llevado a cabo días antes del viaje de Alejandro a Madrid, España, país en el que pasaría un tiempo hasta concluir su posgrado. Mientras planeaban que en Paraguay, María Cecilia, previera los detalles del enlace que fijaron para el 11 de julio de 2020, con tiempo suficiente para tener todo listo sin imprevistos. Para la pareja las medidas por la pandemia de Covid-19 cambiaron los planes en cuanto a la forma de organización y la recepción, pero se mantuvieron en la fecha fijada. Y así, como felices decidieron unos 15 meses atrás, María Cecilia y Alejandro José llegaron al altar del templo para sellar su amor, en una ceremonia que compartieron con sus padres: Celso Ramón Lezcano Bianciotto y Hilda Elizabeth Grassi Cantero, Juan Amilcar Fretes Schinini y Ingrid María de Lourdes Zayas quienes los acompañaron como sus padrinos. María Cecilia, resalta que dentro de la atípica situación, aunque no fue como planearon, están felices por que recibieron la bendición nupcial, que es lo más importante para la pareja. “Teníamos prevista la ceremonia religiosa y también la fiesta. Pero dada la situación realizamos la ceremonia religiosa, que para nosotros es lo más importante, y dejamos para más adelante la fiesta, ya habrá tiempo para festejar” añade María Cecilia y Alejandro se conocieron a principios del 2013, como compañeros en la facultad de Marketing de la Universidad Católica y poco tiempo después se hicieron novios. “Una amiga en común nos presentó y 10 meses después empezó nuestra relación”, recuerda María Cecilia. Fiesta a la espera, cuidados y organización a distancia La pareja tenía pensada una recepción en el salón Las Takuaras, la celebración no se canceló pero quedó a la espera, para cuando las fases pasen y puedan compartir su alegría con sus amigos y familiares. Así también la luna de miel se quedó para el tiempo en el que se retomen las actividades con las condiciones dadas para disfrutar en pareja. Durante la ceremonia se tomaron las debidas precauciones, el sacerdote oficio el acto sacramental utilizando en todo momento el tapabocas, mientras que los fotógrafos del Faro Bodas, agregaron a sus trajes de gala los visores acrílicos y tapabocas. La organización que velo además por el cumplimiento de los protocolos de salud estuvo a cargo de Belén Fernández del staff de Desireé Grillón. Antes del enlace los detalles se previeron gracias a reuniones por constantes mensajes de WhatsApp. “Casi toda organización ya estaba antes de la cuarentena”, agrega María Cecilia y comparte que los último ajustes fueron vistos de manera remota. “Una vez que reanudamos tuvimos que realizar todo comunicándonos por WhatsApp pero sin inconvenientes”, dice. La novia lució un vestido de La Paix de Tamara Maluff, donde las pruebas se realizaron bajo el protocolo propuesto por el Ministerio de Salud.
Una íntima boda. La cuarentena revivió los enlaces nupciales con los afectos más cercanos.