07 jun. 2025

Carlos Fuentes en La región más transparente

Portada del libro. El precio del mismo es G. 69.000. |

Ninguna novela mexicana ha sido esperada como lo fue La región más transparente. Aquel lunes 7 de abril se iniciaba otra literatura y asistíamos sin saberlo al surgimiento de lo que, en los sesenta, el mismo Carlos Fuentes iba a llamar la Nueva Novela Hispanoamericana.

La conmoción radicaba en expresar una nueva realidad que los mexicanos no alcanzábamos a entender. Vivir es ignorar el porvenir y el país del “milagro mexicano”, el “modelo de estabilidad” para una Iberoamérica convulsa no podía saber lo que le esperaba. El tema de La región más transparente era y es el fracaso de la Revolución Mexicana. En vísperas de su cincuentenario (1960), Fuentes la juzgó una revolución traicionada.

Varias generaciones descubrieron a México en este libro - novela realista, novela histórica, novela de ideas, novela poemática, novela biográfica, novela esotérica, novela satírica, elogio de la hibridez y de lo inconcluso, epopeya de la derrota y la humillación- que llegaba al cabo de nuestros únicos dieciocho años de paz conocidos desde 1910. Ideas que hasta entonces se habían mantenido en libros y publicaciones académicas irrumpieron en el foro proporcionado por una narración apasionante.

La región más transparente fue la primera y última novela sobre la Ciudad de México, su mistificación literaria y su elegía anticipada poco antes de que la capital se disolviera en la catástrofe urbana llamada D. F., aglomeración informe que compite con Los Ángeles en ser la última ciudad o la primera de las posciudades del siglo XXI.

Nadie más que Fuentes pudo escribirla. Sólo él pudo haber sido capaz de hacer cincuenta años más tarde La voluntad y la fortuna (2008), que es para el D. F. lo que La región más transparente ha sido para la extinta Ciudad de México, la capital como Gran Prostituta de Babilonia. No en vano la novela está abierta y cerrada por la puta Gladys García.

Así como la metrópolis se precipitaba sobre sus alrededores para engullirlos y anularlos, la novela del joven Fuentes desbordaba los géneros y los incluía a todos en un fluir narrativo sin descanso. El cuento, el ensayo, la crónica, el reportaje, el poema en prosa, los diálogos de los vivos y los muertos, la biografía, el drama, el guión de cine, el elogio de lo mixto y lo impuro: todo era necesario para abarcar y para inventar una realidad a la que nadie se había enfrentado en toda su magnitud.

Entre los lectores innumerables de esta novela hay un sector, mínimo y ya en peligro de extinción, constituido por los adolescentes que habitamos en 1958 aquella Ciudad de México. El lugar natal era invisible para nosotros. Fuentes nos descubrió sus avenidas, sus calles, sus palacios y sus tugurios al revelarnos todo eso mediante un proceso de desfamiliarización. Su mirada no es la del extranjero que ve en lo diferente un exotismo degradado. Fuentes observa el escenario en sus relatos, la pluralidad de narraciones que se entretejen de modo indisoluble para formar el todo coherente y laberíntico de su novela, no como cualquier otro sino como un mexicano otro, un niño que ha crecido en Río de Janeiro, en Washington, en Santiago de Chile y en Buenos Aires, sí, pero dentro de ese territorio extraterritorial de las embajadas que son parte de México y a la vez se encuentran obligadas a representarlo. El niño, por lo demás, pasa las vacaciones en lo que nadie puede negarle como su tierra.

El adolescente que llega a vivir en la capital mexicana - la gran aldea transfigurada y metropolizada por el exilio español en particular y por el europeo en general- tiene la doble riqueza de verla desde afuera y desde adentro. Del mismo modo el bilingüismo le da una perspectiva literaria única, nada frecuente en los escritores mexicanos de entonces. Tenía todo para ser el primero de los novelistas hispanos que hoy escriben en inglés. Pero Fuentes eligió la lengua española, no la recibió como algo irremediable. Y por ello también la ha asimilado en sus textos clásicos y es uno de los grandes lectores actuales del Quijote.

Gabriel García Márquez y Julio Cortázar han señalado que para la mayoría de nosotros el español es la lengua que aprendimos en nuestras casas y no tratamos de estudiar ni merecer ni conquistar, porque es también la que leemos en traducciones no siempre cuidadosas. Fuentes no necesita de intermediarios en otros idiomas, por eso pudo apropiarse, no nada más dejarse influir, de todos los recursos de la novela en la primera mitad del siglo XX y ha dominado como pocos la tradición escrita del español, suyo por nacimiento y elección. De allí su poderío verbal: no escribe con un vocabulario, sino con todo el idioma. También cuenta en su haber que ha leído muy bien a sus contemporáneos y a los que llegaron después.

Fuentes nombró lo que no tenía nombre, convirtió en personajes a los seres anónimos que recorrían esas calles transfiguradas por la perenne injusticia, la violencia de siempre, la victoria de la miseria, la especulación inmobiliaria y la tempestad del progreso. Recogió sus voces y sus ecos, sus rumores y hasta sus olores.

En el primer intento de lo que después Mario Vargas Llosa designó como “novela total”, recorrió todos los ámbitos e incluyó a los revolucionarios y a los que se aprovecharon de la Revolución, a los aristócratas del Porfiriato y a los nuevos burgueses, a los parásitos y a los que trabajan para que los otros no lo hagan y los desprecien, a los intelectuales y a los analfabetos, a los de aquí y a los que llegaron de otros mares, a los banqueros y a los proletarios, y a “los guardianes”, Ixca Cienfuegos y Teódula Moctezuma, lazo de unión entre el presente corrupto y el pasado de piedra incorruptible. Ixca Cienfuegos es el pretérito que yace enterrado y vivo en el subsuelo y tiene la omnisciencia y la ubicuidad del narrador ficticio que, sin decirlo, cuenta la novela. La estrategia es más flexible que la Méconvención de hacer que la narrara la ciudad misma.

La región más transparente cubre cincuenta años de vida mexicana, retrocede hasta 1900 y avanza hasta 1954, pero su núcleo ardiente está en 1951, el año clave del medio siglo mexicano. La realidad social del régimen de Miguel Alemán (1946-1952), primer civil tras una larga serie de Gobiernos militares, queda en ella de modo incomparable. Por eso, más que la pugna entre civilización y barbarie, entre la modernidad de Federico Robles y el azquetismo lírico de Ixca Cienfuegos, lo que analiza es el carácter siempre colonial y opresivo de la sociedad mexicana. Tal vez como ninguna otra novela nuestra, mezcla épica y picaresca, habla de la lucha por la vida y la siniestra victoria del más fuerte.

(*) Extraído de La región más transparente, Alfaguara, 2009, edición conmemorativa de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española.

El gran poeta mexicano escribe sobre el impacto que tuvo la aparición de la novela en su generación.

Literatura

José Emilio Pacheco

Escritor mexicano

LA EDICIÓN CONMEMORATIVA

El pasado noviembre de 2008, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, toda una serie de escritores, intelectuales, lectores y amigos de Carlos Fuentes celebraron con él su cumpleaños número 80. En un evento similar a aquél en que había sido protagonista, un año antes, su amigo Gabriel García Márquez en Cartagena de Indias, Colombia (esa vez, en el marco del Congreso de la Lengua), Fuentes fue testigo, además de coloquios y conferencias sobre toda su obra, del particular homenaje de ver publicada su novela La región más transparente, en una edición conmemorativa de los 50 años de su aparición.

La misma cuenta con textos de presentación de los mexicanos Gonzalo Celorio, ensayista y crítico; el poeta José Emilio Pacheco, que reproducimos aquí; y otro del ensayista Vicente Quirarte. Luego el texto de la novela revisado para esta edición por el mismo Carlos Fuentes. Finalmente, los escritores Carmen Iglesias, Sergio Ramírez, Nélida Piñón y Juan Luis Cebrian aportan otros testimonios y valoraciones de la trayectoria vital y literaria del autor de Cambio de piel. La obra se encuentra disponible en todas las librerías de Asunción.