Por Pa’i Oliva
oliva@rieder.net.py
Si algún lector tiene en su casa ÚH del pasado domingo y no ha leído el artículo de Joseph Stiglitz, le recomiendo que lo lea con ojos paraguayos. Y, poniendo a los dos países uno al lado del otro, se responda a una simple pregunta.
El inmenso país de Asia ha logrado un crecimiento del 10% anual apoyado mayoritariamente en sus exportaciones. Como muestra de su éxito está la subida del nivel de vida de cientos de millones de chinos.
Y a pesar de tanto avance, la China continental está virando como un gran transanlántico hacia otro modelo económico. Poner el énfasis no solamente en exportar sino más todavía en el consumo interno de sus millones de ciudadanos. Una de las dificultades para ese consumo masivo que desea el Gobierno chino es el afán ahorrativo del pueblo. Para superarlo y abrirlo a comprar, el Gobierno piensa proporcionar una mayor seguridad en salud, educación, jubilación. De este modo, no tendrán preocupaciones en aspectos esenciales para la vida.
En el Paraguay el Pueblo solamente nota el deseo de recaudar del Gobierno. Allí queda todo. Nada de polos geográficos de desarrollo. Nada de emplear el tesoro de la electricidad que pertenece al Paraguay para atraer a inversionistas. Nadie nos habla de cómo llegar al futuro económico que necesitamos.
El Pueblo chino continental llega a 1.600 millones de habitantes; el paraguayo no alcanza los seis millones. En China, la economía marcha. En el Paraguay está estancada. ¿Por qué?