“Año nuevo, vida nueva”, enuncia la gastada frase. Pese a que es una afirmación frívola, no haría daño tratar de aplicarla alguna vez. Leyendo comentarios de lectores en diversas noticias a lo largo del 2013, lo que pude percibir es el gran nivel de desilusión y decepción que tienen los paraguayos. Se siente mucha carga negativa, hasta tóxica, y en especial una gran desconfianza a las autoridades nacionales, lo que está más que justificado.
Sin embargo, también se debe ver lo positivo. Están las cosas malas, pero también hay cosas buenas que contar, inclusive tal vez sean más que las negativas. Me consta que dentro de los organismos estatales existen personas, sobre todo jóvenes, que de verdad quieren un mejor país y trabajan para alcanzar ese objetivo, una meta que todos los paraguayos debemos buscar, no solo el Gobierno de turno.
Por ende, es importante mantener la serenidad, evitar caer en el extremismo, y en la cobarde explicación de que “todo está mal y nada cambiará en este país”. En efecto, con ese pensamiento no se coopera en nada y generalmente los que dicen eso son los primeros que se quejan.
Por mencionar un ejemplo, la primera vez que se habló de la avenida Costanera, muchos decían que sería una “comida de plata” y nunca sería realidad. Que era un gasto inútil y se debería usar ese dinero en tapar los baches, en mejorar el transporte público, entre otras opciones. Hoy esas personas pasan los fines de semana en la costanera que tanto criticaron.
Lo mismo pasa con el proyecto del Metrobús. En un principio se dijo que era una iniciativa poco realista, que Paraguay no posee la capacidad de tener este sistema, no solo porque tenga una rosca corrupta que dilapidaría los fondos, sino porque tampoco tiene profesionales capaces de planificar un proyecto de tal magnitud, ya que no hay ingenieros preparados. Quiero comentar que en el PTI de Itaipú ingenieros paraguayos están desarrollando vehículos eléctricos cada mes y cruzan la frontera para enseñar a los mismos técnicos brasileños.
Recientemente, Conatel habló de lanzar un satélite en los próximos años para tener un respaldo en los servicios de telecomunicaciones y buscar un abaratamiento de los costos de internet. Lo primero que se dice es que es un proyecto fantasioso, que tenemos prioridades más urgentes, como pavimentar las calles, descontaminar los lagos, ríos y ver el sistema de tratamiento de aguas cloacales. Pero Conatel no tiene por qué encargarse de esas tareas y además es un ente autárquico, tiene sus propios recursos. Es verdad, tenemos urgencias, pero cada necesidad debe quedar en su ámbito. Una cosa es cuestionar, lo cual es algo válido, pero otra muy diferente es verle el lado malo a absolutamente todo.
Debemos empezar a ser más optimistas y, sobre todo, estar más comprometidos y trabajar. Es la única forma de que algo cambie. Nos quejamos de tener una ciudad sucia, pero ¿tiramos la basura en el lugar que corresponde? ¿Las guardamos en los bolsillos o mochilas para luego ponerlas en el basurero, o seguimos tirando la latita por la ventana del colectivo? Un gran cambio empieza con algo muy pequeño y en el fondo todo llega a ser una cuestión de actitud y voluntad.