En vísperas del Tupãsy Ára, la tradicional festividad de la Virgen de Caacupé, que en este 8 de diciembre convocará nuevamente a miles de personas en la ciudad de Caacupé, capital del Departamento de Cordillera, es oportuno llamar la atención sobre los aportes que la mayor manifestación religiosa, social y cultural del país puede significar para la convivencia nacional.
Durante estas fiestas, el Santuario de Caacupé se vuelve un lugar de encuentro de gran parte de la población paraguaya, incluyendo a muchos compatriotas que viven fuera del país y que regresan en estos días a la patria para cumplir con su devoción religiosa.
Más allá de la particular creencia religiosa que cada uno posee, ante el altar de la Virgen de Caacupé se dejan de lado las diferencias políticas, sociales, culturales, incluso deportivas, para unirse colectivamente en el mismo coro de plegarias y en las esperanzas puestas en los ruegos ante cada vela encendida, ante cada oración musitada.
Las misas y celebraciones religiosas, transmitidas en vivo por la mayoría de los medios televisivos y radiales, y reproducidas por los periódicos y sitios digitales de noticias, constituyen un púlpito privilegiado para que los pastores de la Iglesia Católica paraguaya hagan oír su voz y principalmente puedan transmitir ante las autoridades y la clase política los muchos reclamos de la ciudadanía, tal como lo han hecho varios obispos y sacerdotes durante el novenario de la Virgen. Es de esperar que esas voces recojan las demandas más auténticas y que las mismas no caigan en saco roto ante los líderes con poder de decisión para corregir los problemas.
Entre las críticas más fuertes que han resonado en estos días en el púlpito de Caacupé, sobresalió la homilía pronunciada por el obispo del Vicariato Apostólico del Pilcomayo, monseñor Lucio Alfert, durante la misa dedicada a los pueblos originarios del Paraguay, el pasado domingo 3. Cuestionó principalmente la acelerada tala de los bosques, mencionando que el promedio de deforestación de unas mil hectáreas por día en el Chaco constituye “un verdadero escándalo” y recriminó al presidente de la República, Horacio Cartes, por hacer campaña proselitista a favor de un sector de su partido desde su cargo de mandatario. Ojalá su mensaje, al igual que el de otros prelados, encuentre eco y llame a la reflexión.
La festividad de la Virgen Serrana es también una buena oportunidad para que cada peregrinante pueda reflexionar sobre su rol particular en esta sociedad, buscando la unión de sentimientos por encima de las diferencias y promover el compromiso individual y colectivo, trabajando por construir juntos un mejor país. Que el esfuerzo de llegar hasta el altar de la Patrona y Protectora del Paraguay reditúe en bonanza para todos los paraguayos y paraguayas.
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