Varias iglesias de valor patrimonial se encuentran en deterioro y en peligro de colapso. Mientras tardan años en concretarse la restauración, avanzan las termitas que devoran retablos y las resquebrajaduras en las estructuras.
Tal es el caso del emblemático templo San Buenaventura de Yaguarón, que luego de décadas de lograrse la intervención, la obra tuvo que ser paralizada por irregularidades del consorcio adjudicado. Retomar los trabajos de restauración tardó cinco años, varias licitaciones canceladas y decenas de movilizaciones ciudadanas.
En la capital también desde hace años se aguarda concretar la restauración de la iglesia Santísima Trinidad en donde las termitas carcomen uno de los principales retablos.
También iglesias de Cordillera y Caazapá se encuentran en similares condiciones.